Medios de comunicación, al terreno de juego

Como nunca en la historia de la humanidad, el conocimiento está al alcance de nuestras manos. Si antes era reservado para algunas elites, o escrito en libros guardados en bibliotecas añosas, hoy lo tenemos, literalmente, en el bolsillo, gracias a la tecnología.

Con las noticias, ocurre parecido: ya no es necesario esperar el informativo de cada hora, o el periódico de mañana, sino que podemos acceder de forma instantánea a la actualidad, por más recóndito que sea el lugar donde se produzca.

Pero no todo es tan bueno como parece. La información es poder; el cómo se enfoca una noticia puede tener consecuencias políticas, económicas o sociales, y el fenómeno de las fake news nos obliga a estar atentos a los “bulos”.

El rápido desarrollo de la inteligencia artificial ha añadido otra complejidad. Todos hemos visto imágenes donde Barack Obama dice algo inesperado, o al Papa vestido con un abrigo blanco poco usual para un pontífice, gracias a la aplicación Midjourney. Se trata de deep fakes muy reales, que pueden hacer caer a mucha gente. Y es que hoy la tecnología no solo puede replicar imágenes, sino que hasta la voz de una persona. Llegamos al límite de poder “recrear” una entrevista de alguien que ya ha fallecido, y más de algún incauto la creería.

Es un escenario peligroso. Para quienes trabajamos en Comunicación, separar lo verdadero de lo falso, lo real del montaje, y los hechos de las percepciones, es fundamental. De lo contrario, la reputación y la confianza de personas e instituciones pueden verse gravemente dañadas.

Y es aquí donde los medios de comunicación cumplen un papel importantísimo. Si en los últimos años han enfrentado una (¿desleal?) competencia por parte de las redes sociales, hoy tienen la responsabilidad de combatir el tsunami de desinformación que sufre la humanidad.

Contrastar opiniones, comprobar hechos y verificar, finalmente, si una noticia es verdadera, es algo que a los periodistas nos enseñan desde la facultad, y que los medios hacen día a día en sus redacciones, en la calle, o allí donde se produzca la noticia.

Es por eso que, antes de compartir una cadena de Whatsapp o de repostear una información en una red social, es siempre recomendable revisar si es que tal o cual noticia ha sido publicada por un medio de comunicación responsable.

¿Que los medios también se equivocan? Por supuesto, errar es humano, pero la probabilidad de que un medio serio, reputado, cometa un error y publique algo falso es infinitamente menor a que ello ocurra en una red social, donde millones de sitios falsos publican fake news para conseguir clicks, y luego, dinero.

El periodismo serio ayuda a construir una sociedad más sana, mejor informada, y aleja la posibilidad de que nos veamos inundados de teorías conspirativas o derechamente de falsedades que sólo benefician a quienes las publican.

Es el turno de los medios, de que salgan al terreno a jugar su partido. Es el momento de que reconozcamos y destaquemos su labor, y de que así todos podamos confiar en su profesionalismo a la hora de consumir noticias.

Por Felipe Lozano, consultor sénior de Estudio de Comunicación

@flozanor

 

 

 

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