Medios de comunicación, el año que vivimos peligrosamente

Si tuviera que ponerle un nombre de película al 2013 que están viviendo los medios de comunicación creo que sería «El año que vivimos peligrosamente» y sería sin duda una cinta de acción. Aunque no acabo de adivinar cuál es el final.

Las noticias sobre cambios de propiedad de importantes cabeceras, en este caso estadounidenses, se acumulan en mi pantalla. The New York Times Company, ha vendido el Boston Globe por 70 millones de dólares (en 1993 pagó 1.100 millones de dólares por adquirirlo). Jeff Bezos – el magnate de Amazon- se ha comprado, ni más ni menos que el Washington Post por 225 millones; y Newsweek, con 80 años de historia y otrora oráculo de las empresas tecnológicas, ha sido adquirido por unos emprendedores digitales.

Es como si una plebeya clase ascendente estuviera adquiriendo los palacios que durante décadas fueron propiedad de las familias de más rancio abolengo mediático.

Pero pasan más cosas. Hace poco el Chicago Sun-Times despidió a toda, toda, su plantilla de fotógrafos y editores gráficos y dotó a sus redactores de i-Phones para cubrir el hueco. Ahora mismo se sabe que los principales periódicos alemanes, tras una larga batalla con Google para percibir derechos por sus contenidos, acceden voluntariamente a ser citados de forma gratuita con tal de seguir en el buscador.

Sin duda algo está cambiando -y mucho- y todo parece indicar que la nueva clase ascendente, la que está copando el poder, tiene que ver con la esfera del on line. El viejo régimen del papel lleva largo tiempo en retirada pero, en pleno fragor de la revolución de los medios, aún no es fácil, todo lo contrario, vislumbrar cómo va a ser el nuevo régimen y cuáles las líneas que lo harán viable.

Mientras que este movimiento de renovación-revolución sigue su curso, está claro que no todo lo nuevo es mejor que aquello a lo que sustituye. Ni las fotos del Chicago Sun-Times de hoy se pueden comparar con las que tomaban sus profesionales, ni la redacción reducida de Newsweek tiene la potencia que le aportaba su antigua extensa plantilla. Y lo peor de todo es que los nuevos flamantes propietarios de los medios no vienen con una solución debajo del brazo. Habrá que seguir esperando, pero desgraciadamente, mientras tanto muchos periodistas protagonizan su particular «Los lunes al sol».

Por  J. Alberto Mariñas, socio Estudio de Comunicación España.

@amarinas

 

 

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