A finales de mayo, General Motors anunciaba una serie de defectos en su modelo Chevrolet Aveo y llamaba a revisión a más de 2, 6 millones de vehículos. Esta llamada a revisón afecta a unidades del modelo Chevrolet Aveo 2004-2008 que salieron de fábrica con un fallo en el módulo de luces de circulación diurna capaz de producir incendios y al que se ha atribuido más de una docena de muertos. Todo un caso de comunicación de crisis.
Previamente, el Departamento de Transporte de Estados Unidos había impuesto al coloso automovilístico una multa récord de 35 millones de dólares por su retraso en la llamada a revisión de más de 2, 6 millones de automóviles con un defecto en el sistema de ignición que ha causado más de una docena de muertos.
El caso de GM recuerda el protagonizado hace cuatro años por el fabricante japonés Toyota, que afrontó también una multa millonaria por haber silenciado durante meses varios defectos en sus vehículos. A diferencia de Toyota, muy criticado por enterrar la cabeza en el suelo, como el avestruz, General Motors ha preferido coger el toro por los cuernos y afrontar un problema que amenazaba con dañar de forma irremediable la imagen de marca.
El liderazgo al frente de General Motors de Mary Barra, una carismática ingeniero, que se convirtió hace unos meses en la primera mujer en dirigir una de las grandes automovilísticas en EE.UU., ha sido determinante al afrontar este problema. En un ejemplo notable de transparencia comunicativa, la consejera delegada de General Motors compareció el pasado 6 de junio ante los Medios de Comunicación reconociendo que la Compañía había actuado con incompetencia y negligencia cuando ocultó durante años el problema existente en el sistema de ignición de millones de sus vehículos. La trasparencia a la larga siempre resulta ventajosa.
Por Adolfo Lázaro, Consultor Sénior de Estudio de Comunicación. España
@Alazaro_m
