Condecoraciones, redes sociales y empresas

El Ministerio del Interior acaba de conceder la medalla al mérito policial a su ya excommunity manager –ahora en Iberdrola– y es posible que se trate de la primera vez que en el mundo se otorga una condecoración estatal a un profesional por su labor en las redes sociales. Con el correr de los años, quien sabe si veremos a la reina de Inglaterra nombrando Sir a algún destacado tuitero. Tiempo al tiempo.

Más allá de la anécdota y de los innegables logros objetivos acumulados por Carlos Fernández Guerra en su labor en @Policía para merecer esta condecoración, me parece que el hecho viene a ser un reconocimiento palmario del importante papel que las redes sociales tienen ya en la transformación digital de la empresa y las instituciones.

Han pasado once años desde que se creara Facebook (2004) nueve de Twitter (2006) y hoy las redes sociales, después de conquistar al usuario en su vida privada, están dando el salto con decisión hacia empresas e instituciones. Mejor dicho, son las empresas e instituciones las que, tras un periodo de indiferencia o rechazo, se están volviendo por fin hacia las redes sociales para explotar en su ámbito de influencia las posibilidades que éstas les aportan y que son muchas, desde comunicación interna, transmisión del conocimiento, relaciones con los clientes o marketing online hasta campañas de concienciación o redadas digitales como las llevadas a cabo con éxito por la Policía española.

Tras más de una década, el tiempo para las dudas empresariales ya ha quedado atrás, y las compañías que aún prefieran no actuar en el ámbito de las redes sociales están cometiendo un error que les dejará en desventaja frente a sus competidores. Además, la introducción de las redes sociales en el ámbito de la empresa tiene un importante facilitador: los empleados ya se han familiarizado con su uso en el ámbito privado, algo que allanará la utilización de esas herramientas en el seno de la empresa y con propósitos profesionales.

Con condecoraciones o sin ellas, ha llegado el momento de que todas las instituciones y empresas –las grandes para rentabilizar su tamaño, las pequeñas para potenciar al máximo sus posibilidades- definan y desarrollen una estrategia de transformación digital, seguro que al final conseguirán colgarse más de una medalla y serán sus clientes, usuarios y empleados quienes se las concedan.

Por Alberto Mariñas, Socio de  Estudio de Comunicación España.

@amarinas

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