Cada época tiene sus valores y sus cánones de lo que es bello, justo y adecuado. En el mundo de la comunicación empresarial, también. Aunque peque de simplista, en cada época las empresas han acuñado como propios, símbolos y términos que les diferenciaban positivamente del resto de sus competidores.
Mirando al pasado, hace un par siglos, lo moderno y lo automático eran “lo más”. Tras la revolución de las máquinas, la sostenibilidad y la excelencia suponían el futuro y no había empresa que no hiciera gala de sus avances y sus procedimientos en sistemas de responsabilidad corporativa y sostenibilidad. Términos como “liderazgo”, “calidad” y “excelencia” han acompañado a la comunicación institucional de grandes empresas a lo largo de los últimos años.
Con la crisis económica y la incertidumbre de los mercados, los valores han cambiado. “Credibilidad”, “seguridad” y “confianza” son algunos de los términos que más se repiten tanto en la comunicación institucional como en la publicitaria.
Hace unos meses, una mente brillante me explicó que la crisis actual no residía en la economía, sino en la falta de confianza en las personas/estamentos que deben dirigir y guiar a todo un país: representantes sindicales, empresariales, políticos, jueces, etc.
“Si no confiamos no avanzamos”, dijo ella.
Quizás por ello, y no sé si estaréis de acuerdo, son cada vez más las entidades financieras y las empresas que destacan el compromiso, la responsabilidad y la confianza como sus principales atributos, valores en alza que conectan con el público pero que deben ser más que una moda. Tienen que ser el escaparate de un proceder, porque si sólo se quedan en palabras, el público, que no es tonto, no dará una segunda oportunidad y esa “confianza” será perdida, si no para siempre, sí por mucho tiempo. “Si no confiamos, no avanzamos”, repito yo.
Por Tamar Salazar, consultora senior.
@TamarSalazar
