Descomunicación

En la gestión de la crisis económica que nos ha tocado vivir el Gobierno español tropieza una y otra vez con el reproche al desatino de la estrategia de comunicación que está siguiendo. ¿Por qué?

En política pasa como en el fútbol dónde todos opinan y están seguros de que ellos lo habrían hecho y dicho mucho mejor y así todos a una, al más puro estilo fuenteovejunero, (grupos parlamentarios en la oposición, analistas, expertos, mercados, inversores, periodistas ya sea del país o de fuera y ciudadanos mejor o peor informados), reprenden al Ejecutivo por su política de comunicación o mejor dicho de descomunicación.

Corresponde a la Historia, la que se escribe con mayúsculas, y no a mi juzgar la labor de nuestros gobernantes, pero como profesional de la comunicación no puedo sino revolverme de impotencia en mi silla cuando veo como se estrellan una y otra vez contra la incomprensión de los mercados, de los medios extranjeros y de otros gobernantes europeos tantos esfuerzos, medidas, arreglos, y por qué no decirlo también no pocos remiendos a la grave situación que atraviesa el país.

Al calvario particular que vive el Ejecutivo a golpe de subida de prima de riesgo hay que añadir la crucifixión sarcástica y que en ocasiones raya en la socarronería por no contar -al menos no contar lo suficiente- lo que está haciendo, que medidas está tomando y cuales piensa tomar, sin ambigüedades ni opacidades.

El consejo a los gobernantes se podría resumir en que en comunicación la improvisación no es un buen camino. Y que lo que se planifica sale mejor. Este consejo sirve también para la empresa privada. En la gestión empresarial no sólo hay que hacer mucho y hacerlo bien, sino que además hay que contarlo mejor, y para ello hay que poner en práctica una buena estrategia de comunicación, que antes tiene que haber sido diseñada y consensuada con la dirección.

Una estrategia de comunicación que ya de por sí nos situará en la orilla correcta del río, si nos decidimos a contar alto y claro, sin complejos y sin cortinas de humo lo que hacemos, sin olvidar contarlo dentro de casa primero y fuera después, por deferencia con los que arriman el hombro dentro de la organización por sacarla adelante.

El reto reside en conseguir transmitir lo que estamos haciendo y que al emisor le llegue nuestro mensaje de forma unánime, serena y sólida. Sólo así contaremos primero con el reconocimiento a nuestra política ya sea de negocio o para dirigir el país, y la comprensión de nuestras medidas por dolorosas que sean para todos, después.

Por Ana Pereira, consultora senior. 

@anabepereira 

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