El peligro (u oportunidad) de compartir mesa con periodistas

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Hace unos días leía una columna de Paz Álvarez en Cinco Días en la que compartía con los lectores su “esperpéntico almuerzo” con un alto ejecutivo español. El comportamiento grosero del anónimo personaje dejó estupefactas a las cuatro periodistas que lo acompañaban a la mesa. Sirva como ejemplo esta excepcional situación, para incidir en la importancia de cuidar (y mimar) los encuentros con Medios de Comunicación.

Es por todos sabido que no hay segundas oportunidades para causar una primera impresión. Y esa primera impresión cobra especial importancia cuando uno actúa, en primera persona, como portavoz de una institución, empresa o marca. No sólo hay que predicar con el ejemplo, sino que es fundamental la preparación previa y contar con el asesoramiento necesario en materia de Comunicación para que el encuentro se convierta en un acontecimiento con repercusión en positivo. Un acontecimiento centrado en el receptor del mensaje, para que salga satisfecho y se lleve “nuestra” mejor imagen corporativa. Y vaya por delante que esto no tiene por qué traducirse en un artículo en portada con el nombre de nuestra compañía en titulares, negrita y mayúsculas. Sino que el objetivo fundamental de dichas reuniones es establecer un vínculo de confianza con los periodistas, una relación cercana para detectar sinergias y consolidarnos como la fuente oficial de la compañía de cara a los Medios.

Y por último, un consejo que por obvio no cabe olvidar: la educación es una condición ‘sine qua non’.

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