La importancia de ser el primero

Desde pequeñitos nos inculcan la cultura del número 1. Carreras, exámenes, competiciones, concursos… lo más importante, siempre, es llegar el primero. Por supuesto, siempre hay algún (breve) llamamiento al no hacer trampas, pero cuando tienes cinco años eso te importa poco y solo quieres ganar.

Por eso es raro pensar que haya adultos que no hayan pasado de ese punto, sobre todo en un sector tan competitivo como es la comunicación. Me refiero a esos artículos que vemos en mayúsculas (ÚLTIMA HORA), casi escritos con faltas de ortografía por la celeridad de ser los primeros en publicar, en conseguir los clicks, los RTs, los comentarios.

Lo pudimos ver recientemente, tras el triste atentado en Barcelona, cómo los medios inundaron las redes sociales con “información”. Y digo “información” porque, a pesar de que había nuevos tweets a cada minuto actualizándose a sí mismos (hasta bloggeras e influencers se unieron al carro), ninguno de ellos informaba realmente. Eran tweets con las mismas palabras (pero en diferente orden), artículos puramente filosóficos sobre si lo ocurrido en las Ramblas se debía a la famosa turismofobia con la que tanto se nos llena la boca últimamente, artículos solo recopilando otros artículos… Todo el mundo quería ser el primero en anunciar lo ocurrido, incluso aunque no tuviesen nada propio que decir.

Esta cultura del ganador hizo que, al final, los bulos y rumores estuviesen a la orden del día en lugar de la información real que necesitábamos para sentirnos seguros. Así que me pregunto, ¿desde cuándo ser el número 1 es más importante que ser el más veraz? ¿Qué le está pasando al periodismo de redes sociales?

Quizá lo que pasa es que deberíamos volver a informar en vez de a competir.

Por Irene Morales, consultora de Estudio de Comunicación España.

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