La verdad, siempre, y más en las redes sociales

No sólo lo aprendí en la carrera, sino que creo firmemente en ello. No sólo hay que decir la verdad, sino que hay que demostrarlo. A menudo, decir la verdad se convierte en un asunto moral o ético, pero lo cierto es que, como pasa en la Comunicación empresarial o financiera, la verdad se debe y se puede demostrar. Para ello existen en España los Folletos que se envían a la Comisión Nacional del Mercado de Valores, los DIM que se mandan al MAB o los Hechos Relevantes.

He hecho esta reflexión a raíz de la intervención este año en los Premios Goya de la actriz Candela Peña que, con todo su convencimiento, aireó desde los micrófonos del Centro de Congresos de Madrid, al concedérsele el Goya a la mejor actriz secundaria por su interpretación en Una pistola en cada mano, las supuestas deficiencias del hospital público catalán de San Lorenzo de Viladecans.

Al día siguiente, Jordi Monedero, director del Hospital, negó que el centro ‘sufriera escasez de mantas o agua’, tal y como denunció Candela Peña en la Gala . Monedero explicó ‘que ni la actriz, ni ninguna otra familia habían presentado ninguna reclamación por escrito de hechos de ese tipo’.  Según publicaron los medios ‘varios familiares de enfermos que permanecían ingresados en el Hospital San Lorenzo, en las mismas fechas que murió el padre de la actriz, han defendido la labor del centro hospitalario y se han desmarcado de las afirmaciones de Peña’.

En la misma línea hemos vivido a principios del pasado mes de marzo, un episodio como el que provocó Toni Cantó, cuando el actor y parlamentario de UPyD comentó en ‘Twitter’ que «la mayoría de las denuncias por violencia de género son falsas». Si su información voló como el Concorde por las redes sociales, las declaraciones de las asociaciones feministas se propagaron como el fuego pidiendo la ‘cabeza’ del portavoz de Igualdad en el Congreso. El «linchamiento público» al que Toni Cantó fue sometido batió muchos récord y las reacciones organizadas y voluminosas en las redes sociales fueron espectaculares.

Todo ello, me lleva dos conclusiones evidentes: la primera por la que empecé, que por básica debe ser categórica en el mundo de nuestra profesión, no hace falta que digas toda la verdad pero todo lo que digas debe serlo. Y dos: ¡qué Dios nos pille confesados y que Francisco I nos bendiga si, además, la falta de rigor o la mentira, la extendemos por las redes sociales! Si antes la falta de veracidad o, incluso un error, podía tener solución con una Fe de erratas, una Carta al Director o una información explicativa a posteriori, hoy los riesgos de que las declaraciones falsas ocupen espacios informativos, de la índole que sean, son mucho mayores y fáciles de propagar.

Los profesionales debemos de tener más que nunca en cuenta que las informaciones deben de ser rigurosas, transparentes y veraces y no caer en la tentación de disponer de las herramientas actuales de comunicación, como las redes sociales, como canales fáciles para la divulgación, porque de la misma forma que van, vuelven: son boomerang velocísimos, para lo bueno y para lo malo.

Por Victoria Magro, consultora sénior. España. 

@VictoriaMagro

 

Foto: Rosana Ochoa

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