Lobby. El interés legítimo de las empresas

Diario Abierto, 15/11/2012.- Quizás sea porque en España no ha tenido una regulación clara, pero el lobby o las relaciones institucionales siempre parece que se quedan en un plano ambiguo en nuestro país. Sin embargo, no podemos decir que es un ámbito de actuación nuevo o poco conocido porque las relaciones institucionales son parte esencial de la comunicación pública.

Tanto nuestro sistema legislativo como el administrativo contemplan  procedimientos  de  participación ciudadana, ya sea en la fase de propuestas o de consultas y alegaciones. Nuestra Constitución es clara al respecto, y en su artículo 77 establece la existencia de la Comisión de Peticiones tanto al Congreso y al Senado, en donde de forma individual o colectiva,  los  ciudadanos pueden  presentar  por escrito sus solicitudes a ambas Cámaras y éstas trasladarlas al Gobierno para su consideración.

En las administraciones locales, el trato con el ciudadano siempre ha sido más directo. Quienes hemos trabajado en estos ámbitos sabemos que no es raro que un alcalde o un concejal atienda personalmente la solicitud o problema particular de un vecino, sobre todo en municipios no muy grandes.

Entonces, si el ciudadano puede escribir al Congreso o llamar a la puerta de su alcalde para decirle que se está equivocando y trasladarle su punto de vista sobre un asunto en concreto, ¿por qué no iban a poder hacer lo mismo las empresas? Parece lógico que una parte tan importante de la sociedad, generadora de empleo y dinamizadora de la economía, pueda sentarse cara a cara con el legislador o el ejecutivo para explicarle cómo funciona un sector en concreto, cuáles son sus necesidades y de qué forma pueden lograr mejores resultados tanto para el sector como para los distintos públicos con los que está relacionado. No sólo parece lícito sino que es conveniente para que el legislador legisle o el ejecutivo ejecute (valgan las redundancias) lo mejor posible, desde un punto de vista más amplio y en pro del bien común.

Así, las relaciones institucionales son la herramienta que tiene toda empresa para comunicarse con los representantes de la Administración del Estado, los partidos políticos y el poder legislativo para, no sólo dar a conocer su punto de vista y el de su sector, sino para trasladar a la autoridad pertinente cómo afectan las decisiones que toma en la realidad de la empresa, sus empleados, proveedores y otros públicos de interés, así como en el sector y en la sociedad en general, con el objetivo de contribuir a ampliar la visión del politico en la toma de sus decisiones.

Para que este proceso sea aún más efectivo, la comunicación debe ser transparente e inteligente. No se trata de “venir a hablar de mi libro” sin tener en cuenta al interlocutor o el sentido de la oportunidad. Las empresas deben saber a quién dirigirse, en qué momento y qué información es la más adecuada. Además, dicha información debe ser rigurosa y estar elaborada de forma que sea comprendida por el interlocutor, quien no siempre estará especializado en el ámbito de actuación de la compañía o de la asociación empresarial que la representa.

Pero saber qué decir y a quién es igual de importante que saber elegir el momento adecuado. En este caso, es fundamental conocer bien el procedimiento legislativo y/o administrativo para identificar en qué fase se puede y se debe intervenir. También es muy útil la monitorización de aquellas áreas de interés para la empresa, de forma que se puedan identificar oportunidades y/o amenazas derivadas de un nuevo proceso administrativo o legislativo. Ambas acciones harán posible la identificación del momento más oportuno para que la comunicación entre empresa y legislador o administrador sea más eficaz.

Por último, junto con la inteligencia y la oportunidad, es necesaria la prudencia. Tanto las compañías como las asociaciones empresariales y patronales tienen que ver en los políticos, legisladores y representantes de las administraciones públicas un agente colaborador, no un obstáculo a superar ni un discípulo a quien alinear. Pues, en caso contrario, correrán el riesgo de que les cierren, una a una, todas las puertas.

@TamarSalazar

 

Puede leer el artículo en la página de Diario Abierto o descargar la reseña.

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