México: estrategias mediáticas del crimen organizado

En México, la violencia entre los cárteles del narcotráfico ha traspasado todos los límites. Sólo en los últimos 10 años han sido asesinados 80 periodistas y 12 más están desaparecidos, según Reporteros Sin Fronteras. Lamentablemente, las cifran pueden ser mucho más altas; no en balde, México es la nación más peligrosa de América Latina para el ejercicio de este oficio, según la Organización de las Naciones Unidas.

Aunque más de 700 medios de comunicación firmaron un acuerdo el pasado 24 de marzo para limitar su cobertura informativa de la violencia relacionada con las drogas, la brutalidad del crimen organizado provoca su divulgación inevitable en los aquéllos y eleva su efecto intimidatorio. Si los delincuentes no buscaran ese impacto negativo entre la sociedad, seguramente continuarían realizando sus actos delictivos a la sombra de la opinión pública.

Las amenazas de los grupos de narcotraficantes en México han logrado que los medios de comunicación tengan miedo. Los cadáveres de los ejecutados y la posición en que son colocados muestran un lenguaje directo entre los integrantes de los grupos criminales; el dedo en la boca, las manos quemadas o cercenadas, la lengua cortada o cabezas degolladas son un recado claro, con un destinatario preciso. Los carteles, mantas y cartulinas con las advertencias y discursos difamatorios tienen dedicatoria y una función mediática específica.

Esto ha provocado que algunos diarios apliquen la autocensura en asuntos de narcotráfico e, incluso, se vean influenciados por los intereses de cárteles. En los medios de comunicación regionales sólo tres de cada diez historias relacionadas con el tráfico de drogas, o menos, son publicadas, sostiene una investigación de la Fundación de Periodismo de Investigación MEPI. Otros por temor a represalias, obedecen a narco-agendas y se rigen por los valores que el crimen organizado les ha delineado.

Lo cierto es que la autocensura no los ha salvaguardado y el Estado no ha podido proteger la integridad de los informadores; y en vísperas de las contiendas electorales del 2012, el problema está politizado con promesas de que esto cambiará, pero los hechos demuestran lo contrario.

Los periodistas, lo comunicadores de todo el mundo debemos denunciar esta situación y que se conozca.

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