Olalá, Photoshop

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En mis ratos libres me gusta editar fotografías con Photoshop pero, al paso que vamos, no sé si podré confesarlo públicamente. Desde que hace unos días la diputada francesa Valérie Boyer impulsara una proposición de ley sobre la necesidad de que se advierta al público cuando las fotografías transmiten «imágenes deformadas de los cuerpos», una sombra de descalificadora sospecha persigue al popular Photoshop.

Dice la diputada francesa que las fotografías retocadas por ordenador «pueden hacer creer en una realidad que a menudo no existe» y piensa que se debería advertir sobre la manipulación en «fotografías de prensa, campañas políticas, imágenes artísticas y fotos de envases y anuncios publicitarios».

A mi me sorprende la extensión a tantos géneros porque, en principio, una pensaría que sus vecinos, sus amigos, sus compañeros o sea la gente en general, no cree que las imágenes artísticas sean fidedignas, ni la publicidad, ni los señores o señoras que aparecen en los botes de vitaminas de fitness. No sé si una etiqueta advirtiendo que en realidad las chocolatinas del maromo son ficticias serviría para mejorar la moral de los émulos o para desilusionar a las admiradoras, pero me parece un poco excesivo lanzar una caza de brujas en torno al uso de Photoshop en campos como la publicidad o la fotografía artística.

El arte es arte y crea visiones estilizadas de lo que le parece. La publicidad no refleja la realidad ni tiene por qué hacerlo, aunque marcas sensibles con ésta, como Dove y sus “mujeres reales”, han conseguido gran aceptación, sin embargo, cada empresa es libre de adoptar esa estrategia u otra diferente.

Bien distinto es el asunto de la fotografía de prensa. En realidad, en ese campo no hay que advertir nada, simplemente habría que exigir a los medios, las agencias y los fotógrafos que no manipulen las imágenes. Nada de un poquito de humo de bombardeo por aquí, un michelín de menos por allá, un anillo de diamantes que desaparece… y aludo sólo a ejemplos muy recientes aunque la manipulación interesada de la imagen documental es tan antigua como la fotografía. En la mente de todos está el ejemplo de los soviéticos, especialistas en hacer desaparecer de las fotos “documentales” a todo aquel que caía en desgracia.

Por otra parte, a veces somos muy ingenuos pensando que la manipulación se encuentra sólo en la postproducción, en el Photoshop por entendernos, porque igual de manipulador es el crear situaciones artificiales para que las fotografíe la prensa y eso es algo que ocurre continuamente, por ejemplo, en los conflictos bélicos.

Finalmente, a los políticos preocupados por el “Photoshop”, les debería también alguien recordar que hacer que no se publiquen fotografías que han sido tomadas, también es una manipulación. Y no estoy pensando solamente en el género “hijas de presidente en concierto” sino también en un muy reciente ejemplo, protagonizado por el Pentágono, cuando trató de evitar que se publicara la foto de un marine moribundo de la que ya escribí en este mismo blog.

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