Periodismo y pornografía

Aunque las comparaciones siempre son odiosas, en esta ocasión conviene destacar un fenómeno que se observa en ambos casos. Se trata de la búsqueda de la autenticidad por parte del público, vía amateurismo, y la consiguiente eliminación progresiva de los intermediarios, ya sean actores y periodistas o productores y editores de películas y periódicos, respectivamente.

La irrupción de los aficionados, por muy diletantes que sean, en el marco de la industria cinematográfica del porno o en la edición de blogs o portales sobre tendencias culturales o actualidad informativa en Internet supone poner a disposición de los usuarios una oferta hecha a su medida por personas ‘comunes’ con las que se pueden identificar.

Esta búsqueda de lo real ha sido precisamente el tema central del libro de la profesora estadounidense en la Universidad George Mason, Janine Wedel, ‘Unaccountable How Elite Power Brokers Corrupt our Finances, Freedom and Security’, editado por Pegasus, donde la autora sostiene que eso es lo que ha ocurrido en los últimos años en el mundo del periodismo sólo que, paradójicamente, ha sido al revés.

Así, la obsesión por lo ‘auténtico’ nos habría llevado a creer en la objetividad de noticias que, precisamente, no dan ningún tipo de información y que sólo sirven para escuchar lo que queremos oír, ayudando a asentar nuestras creencias preconcebidas al respecto, sin fomentar la tan necesaria duda ni el debate que genera el intercambio de ideas.

En el viaje que va desde admirar a los actores profesionales del cine porno, a pesar de intuir la falacia que conlleva la exageración en el mismo, hasta adorar lo amateur en el altar de la objetividad se ha quedado en el camino un cierto desdén hacia el periodismo tradicional, del que se desconfía por partidista y parcial.

No se trata de ahondar más en el paralelismo antes aludido pero sí de reflexionar sobre un fenómeno inquietante en el que en la época de la historia en que es más fácil acceder a la información de instituciones y empresas es más difícil que nunca entender las verdaderas motivaciones que mueven a hacer lo que hacen a las distintas compañías y partidos políticos. Y ante lo anterior y para evitar caer en que la fuente principal de información acabe siendo la rumorología de patio de vecinos, sería conveniente fomentar la comunicación poniendo el foco en el receptor en los ámbitos antes mencionados: empresarial e institucional.

 

Por Fernando Geijo, consultor sénior de Estudio de Comunicación España

@fergeijo

 

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