#Periodismo y redes sociales: Informar del terror

Recordaba estos días Luis Vicente Muñoz, el director de Capital Radio, en uno de sus tuits mañaneros, una famosa frase del pensador renacentista francés Michel de Montaigne: “No hay cosa de la que tenga tanto miedo como del miedo”. Viene a cuento, claro, del irracional despropósito que fueron los atentados de París del viernes 13 de noviembre; y nos sirve además como punto de inflexión para dar una “vuelta de tuerca” al espíritu de la información periodística.

La tesis no es nueva, pero su planteamiento en una sociedad con tantísimos soportes de información y comunicación a su alcance, puede que modifique la discusión. Veamos: si los terroristas buscan provocar terror -por eso se les llama así-, miedo, parece lógico que cuando más eco se dé a sus actos, mayor será el efecto que buscan. De alguna manera, contar con pelos y señales todo el daño que hacen contribuye a que logren sus objetivos. Dando esto por bueno, la mesura y el exquisito equilibrio entre información y “propaganda terrorista” requieren el trabajo de redactores expertos y bien formados, de estrictos redactores jefe conocedores de su responsabilidad y de directores que olviden por unos días el incremento de audiencias para asegurarse de que no le hacen el juego a “los malos”… Y perdónenme la simpleza del apelativo, pero es que conviene dejar meridianamente claro que cualquiera que atente contra nosotros, contra nuestra libertad, no son de los nuestros, no son buenos, no merecen ser respetados.

De ese equilibrio entre informar y no dar pábulo al terror, hemos hablado todos muchas veces. Y surge también, en sentido contrario, el matiz de que no decir nada impide concienciar a los ciudadanos de la existencia de irracionales armados con fusiles de asalto o con bombas cinturón, incluso de advertirles de la posible presencia de esos indeseables para que corran el menor peligro posible. Aun así, nadie puede discutir que cada minuto o cada línea de información dedicada a un acto terrorista es un punto a favor de los asesinos en esa desigual partida que juegan con todos nosotros, porque contribuyen a que temamos al propio miedo, a que nos aterroricemos.

La pregunta es si esta enorme -y no siempre bien entendida- responsabilidad del periodismo se diluye en tiempos de la redes sociales. Cuando el testigo de turno graba con su smartphone la tragedia y en cuestión de segundos lo sube a la red, ¿tiene sentido pedir a los periodistas que se limiten a la información escueta, enarbolando la bandera de “no les hagamos el juego a los terroristas”? La respuesta, me temo, no es sencilla.

Procede reflexionar, analizar efectos y prever para el futuro; incluso pensar en una educación social que impregne a la ciudadanía de esa mesura comunicativa de la que hablaba antes. Mientras, de corazón, #JeSuisParis.

Jesús Ortiz, consultor sénior de Estudio de Comunicación

@JesOrtizAl

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