El pasado domingo, un 25,2% de las personas que veían la televisión en España, más de cinco millones de espectadores, eligieron el debate entre Pablo Iglesias, líder de Podemos, y Albert Rivera, líder de Ciudadanos. El escenario del debate (se desarrolló en un bar) y el formato (sin preguntas pactadas formalmente y con una apariencia de frescura e improvisación) suponen un cambio sobre otros debates históricos, de partidos tradicionales, muchos más cerrados, con tiempos y preguntas previamente pactadas. Es muy posible que para los espectadores españoles, la novedad, ese nuevo formato y esa puesta en escena se vean casi como nueva forma de comunicación política.
Es posible que los platós de televisión, las preguntas y respuestas bajo corsé (y que muchas veces se nota tanto), los focos, el maquillaje e incluso el color de las corbatas sea una fórmula decadente. Yo no lo creo. Pero si es cierto que cierta frescura, que parezca improvisado, que los políticos parezcan mis vecinos, incide en una transmisión del mensaje más cercana y quizá más captadora de votos.
Desde que Michelle Obama fue fotografiada comprando en Target (una de las tiendas más populares en EE. UU.) la percepción que tenía de ella el pueblo americano subió varios puntos. El cuidado escenario que parecía casual dio la vuelta a su imagen y fue viral en internet. Kristina Shake es la responsable. Una de las más prestigiosas relaciones públicas del país americano y que ahora asesora a Hillary Clinton.
Diseñar una estrategia de comunicación requiere de los mejores profesionales. Improvisar sale siempre muy caro y a veces un pequeño error se puede convertir en un auténtico suicidio de imagen. En comunicación política, como en comunicación empresarial, el buen trabajo se nota y da sus frutos. Y como estamos en plena campaña política vale decir “al enemigo ni agua”.
Por María Reventós, Consultora Sénior de Estudio de Comunicación España.
