Premios Seres, un fuerte aplauso a la responsabilidad social de la empresa

La entrega anual de los premios de la Fundación Seres es una fiesta periódica en la que se celebra el compromiso de las empresas con la acción social. Año tras año, los galardones  demuestran que hay en España magníficas iniciativas capaces de integrar la responsabilidad social dentro de los objetivos estratégicos de las compañías.

En 2015 dos pequeñas empresas, Batec y clínica Rementería, y dos grandes, las fundaciones de la Caixa y Telefónica, han resultado premiadas no sin que antes el jurado haya tenido que descartar con dificultad una larga lista de iniciativas también muy meritorias.

Puesto que Estudio de Comunicación colabora con la Fundación Seres, estuve  en el auditorio donde se celebró el acto de entrega de los Premios Seres y me llamó poderosamente la atención el largo y caluroso aplauso con el que las dos pequeñas compañías premiadas fueron acogidas por el público asistente. Sin duda, todos allí estábamos conmovidos por las posibilidades de movilidad que Batec ofrecía las personas en silla de ruedas y por la bendición de la vista que la acción de Rementería brindaba a africanos sin recursos. Las iniciativas de la Caixa y Telefónica premiadas eran también magníficas y beneficiaban literalmente a decenas de miles de personas.

Sin embargo, resultó perfectamente perceptible la diferencia de calidez con la que se aplaudía las acciones de pequeñas y grandes empresas. Entiendo las razones, conmueve más lo personal que lo corporativo, pero desde una perspectiva de comunicación este hecho sirve para plantear una interesante reflexión sobre la dificultad que conlleva la comunicación de la acción social de las empresas.

Por alguna razón tan acendrada como injusta, las personas tendemos a reaccionar con mayor indiferencia hacia los esfuerzos de compromiso solidario o de filantropía realizados por grandes corporaciones. No hay nada que obligue a las empresas, salvo el ejercicio de la responsabilidad autoimpuesta, a acometer iniciativas que vaya más allá de su propósito empresarial.

Pese a ello, según un estudio realizado por Deloitte y Seres, tomando los datos de tan sólo 63 de las empresas socias a la Fundación, la aportación realizada por éstas a la acción social beneficio a 11,7 millones de personas y en su desarrollo participaron 110.000 empleados de esas compañías que además ayudaron a integrar laboralmente a 38.000 personas en riesgo de exclusión.

Podríamos seguir citando datos, todos ellos de calado, pero lo importante es trasladar lo difícil que resulta comunicar exitosamente los esfuerzos de compromiso y acción social de las empresas, pese a la dimensión e incidencia real que tienen.

Desde el punto de vista de comunicación, está claro que la acción social se lleva a cabo no para conseguir un rendimiento de imagen si no para satisfacer una autoexigencia ética. Sin embargo, la empresa debe esforzarse por comunicador razonablemente (sin hacer una inversión que desnaturalice la propia acción) y todos los demás, los ciudadanos y los medios de comunicación, deberíamos darnos cuenta de que también nosotros tenemos la responsabilidad de darle acogida y calor a las buenas iniciativas desarrolladas por las corporaciones. Se trata, a fin de cuentas, de alentar y animar a directivos y responsables corporativos a perseverar en el camino de compromiso solidario que cada vez más compañías emprenden. Así que para todas esas empresas y sus iniciativas, un largo y cálido aplauso.

Por Alberto Mariñas, Socio. Estudio de Comunicación España. 
@amarinas

 

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