“Estamos acostumbrándonos a escuchar -más bien sólo a oír- la opinión “precipitada, superficial y parcial” de muchos colegas periodistas que opinan en los diferentes Medios de Comunicación con escaso recato, respeto y responsabilidad. Opinar es consustancial al buen periodista, pero antes de lanzarse es preciso recabar datos y hechos fehacientes de fuentes contrastadas”. El análisis corresponde al artículo de Santiago Álvarez de Mon, profesor del IESE, publicado en el diario Cinco Días, aunque bien pudiera ser una lección en cualquier Facultad de Ciencias de la Información en torno a ese principio de actuación que señala que “el periodista deberá fundamentar las informaciones que difunda, lo que incluye el deber de contrastar las fuentes y el de dar la oportunidad a la persona afectada de ofrecer su propia versión de los hechos”.
Denuncia Mon en su artículo la imprudencia, el cotilleo y el exceso de decibelios en asuntos de calado social como son estos días las opiniones sobre el volcán islandés, la recusación al Juez Garzón o la sentencia en el estatut catalán. En algunos Medios, la voz de los expertos queda sofocada por el cotilleo de los más imprudentes.
Quienes trabajamos en Comunicación empresarial nos identificamos con Mon y pedimos para nuestros clientes y empresas el derecho a una información profesional, actualizada y completa que respete siempre el principio de veracidad que consagra el código deontológico de la profesión periodística. Los informadores españoles así lo hacen mayoritariamente. Para quienes a diario vulneran dicho principio sólo me queda aconsejarles la lectura del artículo y que practiquen lo que señala Álvarez de Mon en su titular “Si sabe, hable; si no, calle”.
