Sin respeto no hay debate 2.0

No le quito mérito a todos esos fabulosos proyectos de social e-comerce que facturan millones de euros y detrás de los cuales se encuentran casi siempre emprendedores. Visionarios, que un buen día decidieron sacar partido al interés de la gente por los medios sociales y les salió bien. No obstante si nos preguntamos para que usamos los españoles las Redes Sociales no hacen falta gurús ni estudios sesudos para responder que las utilizamos fundamentalmente para opinar.

Quien encuentre la forma de monetizar las opiniones que se vierten cada segundo en el abismo de internet habrá encontrado la piedra filosofal, porque  el debate y la controversia, el sentir, la oposición y la toma de partido por uno u otro bando sea el que fuere son algo que todo español lleva de serie al nacer. Son deporte nacional y forman parte de la idiosincrasia de este país. A los españoles nos gusta por encima de todo defender de manera encarnizada nuestro posicionamiento en favor de una u otra causa y/o equipo.

Nos encanta discutir acomodados en la barra de un bar o en esas interminables cenas de amigos y lo hacemos a grito pelado y poniéndole mucha pasión. Los guiris que nos visitan nunca entenderán por qué elevar la voz no implica directamente estar enfadado con nuestro interlocutor aunque durante nuestro acalorado alegato llegue a ser visto como temible adversario a batir.

Ese debate que tanto nos gusta se ha trasladado en los tiempos que corren a las Redes Sociales que pueden ser vistas como una suerte de bar pero sin cabezas de gamba ni huesos de aceituna por el suelo y esto es así porque a los habitantes de la piel de toro nos gusta usar las Redes sobre todo para expresar nuestro punto de vista y por qué no decirlo también y desafortunadamente con más frecuencia de la habitual par criticar y juzgar y en no pocas ocasiones sentenciar y aunque son las menos también se han dado tristes casos de “ejecución” y “linchamiento”.

Desconozco si en otros países de nuestro entorno en los que también están a punto de celebrarse primarias alguno de los candidatos en liza también ha promovido un decálogo de buenas prácticas en Redes Sociales como ha hecho aquí Patxi López. Me llama poderosamente la atención que se llame a una especie de orden preventivo a su militancia tuitera y que se la tenga que animar a discutir desde el respeto, sin insultos, seudónimos, ni mentiras. Esta acción es a mi entender una impecable medida de marketing en cuanto a su efectismo y una noble declaración de intenciones del aspirante López, pero que a la vez dice muy poco de la confianza en que no se produzcan actos vandálicos 2.0 con el look and feal del puño y la rosa y en las pocas esperanzas en que el debate tenga por si mismo un carácter productivo y sosegado.

Aunque razones no nos faltan, los ciudadanos de a pie no lanzamos decálogos de buenas prácticas sobre el tono que sus Señorías deben emplear en las cámaras de representación popular por lo que el hecho de que haya razones para promover la citada medida, como usuaria habitual de Redes Sociales que soy, lejos de reconfortarme, me entristece.

No puede ni debe haber debate de otra forma que no sea siempre desde el respeto, por supuesto sin insultos ni seudónimos ni mentiras y quiero pensar que la mayoría de los tuiteros honrados de este país comparten esta forma de actuar sean o no militantes de uno u otro partido y defiendan una u otra opinión. Todo lo que se salga de las reglas cívicas del juego son simplemente trolls.

Por Ana Pereira, consultora sénior en Estudio de Comunicación España.

@anabepereira

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