¿Sucederá algún día, de esos en los que se realizan detenciones de personajes famosos del mundo de la política o la farándula, o de esosotros en los que se producen imputaciones (pronto sólo investigaciones) por un rosario de presuntos delitos, que estas noticias pasen en las televisiones sin pena, entendida como castigo a los autores de un delito?
¿Sucederá que la tutela judicial efectiva impida la indefensión de estos “noticiables” haciendo respetar su imagen y su presunción de inocencia y se imponga esta tutela a la libertad informativa de los ciudadanos a recibir información veraz y a la publicidad de las actuaciones judiciales?
Al menos nuestros legisladores se afanan en luchar contra la llamada pena de telediario para que así suceda, pena que sufren detenidos e imputados irreversiblemente en los informativos de televisión, por más que un tribunal declare después su inocencia..
El Congreso ha enmendado el proyecto de Ley de Enjuiciamiento Criminal con un añadido para tal fin (enmienda transaccional en lenguaje parlamentario) que dice que, en las detenciones, “se deberán adoptar las medidas necesarias para asegurar el respeto a los derechos constitucionales al honor, intimidad e imagen (del detenido) en el momento de practicarse, así como en los traslados ulteriores”. ¿Y por qué no en todos los mementos del procedimiento? Parece así que, hasta ahora, esos derechos no existieran. De los del imputado, transformado por mor sólo de la palabra en “investigado”, nada se dice.
Total, que del parto de los montes salió un ratón. Nada en la protección de derechos que no debiera haberse hecho desde la existencia de la Constitución y nada que no vaya a seguir haciéndose, como, por ejemplo, la revelación de los sumarios declarados secretos, sin que nadie lo impida.
Salvo que el correspondiente funcionario judicial o policial deje de avisar a las televisiones y los policías dejen de esposar a los detenidos abriéndoles la puerta del coche como servicial chófer rogándole amablemente que tengan cuidado en no autolesionarse, no se evitarán espectáculos como el reciente de la detención de Rodrigo Rato para trasladarlo los 300 metros que separan su domicilio de su despacho para “presenciar” su registro.
Qué pena entonces, porque el llamado “periodismo de investigación” perderá muchas jornadas de gloria.
Por Ramón Almendros, director de Estudio de Comunicación España.
@ramon_almendros