A pesar de que pudiera parecer que la web 2.0 ha descubierto la pólvora de los influenciadores, nada más lejos de la realidad. En Estudio de Comunicación llevamos décadas diseñando e implementando programas de relaciones con líderes de opinión en el mundo offline, lo que llevado a la Red no es otra cosa que los tan nombrados, en los últimos tiempos, e-influencers.
Según se desprende del estudio publicado por Augure, Estatus 2014 del Marketing de Influencers las cualidades que convierten a una persona en influyente son:
- Para el 79% de los encuestados el Eco o su capacidad de movilizar las opiniones y crear reacciones cuando habla de una temática concreta.
- Para el 73% la Exposición o el potencial de audiencia del influencer sobre una temática.
- Para el 62% el Share of voice que representa su nivel de participación en la conversación sobre una temática específica.
Y por el contrario dos son las características que no hacen que una persona sea e-influencer:
- Ser famoso o una celebridad. Solo el 23% de los encuestados considera que un famoso o una celebridad es un influencer.
- Tener una alta valoración en Klout. Solo el 9% ve Klout como un referente para definir la influencia de una persona en Internet.
Parece, por tanto, que para tener la consideración de e-influencer se deberían tener en consideración al menos tres factores:
- Audiencia que se puede medir por la cantidad de personas, que en teoría leen sus post, tuits o comentarios, o cuántos seguidores o fans tiene una página.
- Influencia que es la capacidad que un usuario de redes o medios sociales tiene para orientar en algo a sus lectores, fans o seguidores.
- Autoridad. Un e-influencer influye por su criterio y conocimiento sobre un área concreto: salud, cocina, cine, libros, economía, etc. Los usuarios confían y tienen en cuenta los comentarios y recomendaciones. Lo normal es que no un e-influencer no lo sea en varios campos de actividad, de la misma forma que el mundo offline no se suelen encontrar expertos en “todo”. El e-influencer va ganando autoridad en la medida que demuestra el conocimiento del sector, a través de los post, artículos o tuits que publica. Al seguidor se le puede engañar o confundir alguna vez, pero publicar textos repletos de lugares comunes no es una buena fórmula para alcanzar la “autoridad”.
Visto lo anterior, identificar a los e-influcencers de nuestra compañía/marca requiere un esfuerzo de medición pero también de análisis serio y de rigor profesional.
Por Juana Pulido, consultora sénior de Estudio de Comunicación España.
@juanapulido