Casi consumida ya la primera quincena del siglo XXI, la profesión de periodista está experimentando grandes cambios. El periodismo impreso mantiene su coexistencia con el audiovisual El auge de los digitales, que unen lo tradicional (prensa convencional, radio y televisión) con formatos que potencian la interactividad, promueven la inmediatez y facilitan el acceso al conocimiento universal.
¿Qué debe cambiar en la formación del periodista que se haya incorporado o se quiera incorporar a la práctica profesional en estos momentos de cambio profundo? Hay quienes consideran que el nuevo periodista debe tener unos cimientos formativos adecuados para adaptarse al panorama digital. Otros defienden que el periodismo tiene unos principios y un modus operandi que están al margen de los soportes que se utilicen para conectar con las audiencias.
Los defensores de la primera idea creen que los futuros profesionales padecen unos estudios universitarios demasiado alejados de la realidad, lo que incrementa más la brecha entre formación teórica y práctica. Si el campo de trabajo de los nuevos periodistas son las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) ‐en constante cambio‐, el objetivo de los planes didácticos sería adaptar el currículo de la enseñanza superior a esta situación.
Quienes consideran el periodismo una ciencia adaptable y aplicable a cualquier tipo de Medio creen que un grado universitario en esta materia no tiene que profundizar en las tecnologías más allá de conocerlas, saber aplicar los principios de la profesión al soporte y poco más. Como mucho, algunos admiten, quizás haciéndose eco de las palabras de Gabriel García Márquez1, que el periodista debe combinar su formación universitaria con el aprendizaje del oficio; y ahí sí que pueden entrar conocimientos superiores y prácticos sobre las TIC.