Twitch y su meteórico robo de protagonismo a la televisión tradicional

Si hace unas semanas comentaba en un post el avance imparable de la plataforma Twitch y del streamer Ibai Llanos, tras lo de estas Navidades parece que merezca una actualización. Y es que tanto Twitch como Ibai han vuelto a hacer historia al retransmitir por primera vez en directo, a través de su canal, un programa sobre las campanadas de Noche Vieja.

Las cifras dejan fuera de toda duda el ascenso del vasco como uno de los grandes creadores de contenido del momento, y de la plataforma como una alternativa no tan lejana a la televisión tradicional. La emisión alcanzó los 243.256 espectadores, con un pico de audiencia de 552.000, incluso con algunos miembros del Gobierno entre ellos. Niveles similares a Cuatro y por encima de cualquier canal autonómico excepto TV3, Canal Sur y TV Canaria. Además, tercera retransmisión más vista de la historia de la plataforma.

Frente a unos canales de televisión que, en líneas generales, pierden cada vez más audiencia evolucionamos a unas plataformas de retransmisión en streaming que ascienden meteóricamente. La reina de todas, Twitch, ya no empiezan a ser solamente una plataforma para los más jóvenes, sino que, una vez ganada esa tarta del pastel, sus caras más reconocidas empiezan a atreverse con cosas distintas para reclamar a más y más audiencia. ¿Dónde radica el éxito de esta plataforma y qué factores de diferenciación le pueden asegurar el éxito frente a la televisión tradicional?

En primer lugar, en el engagement. Entendido este como la fidelización de la audiencia y la afinidad que se crea entre el streamer y el espectador, a modo similar al que se genera entre un influencer y su audiencia, convirtiéndose en una referencia. Asimismo, el espectador tiene en cualquier momento la capacidad de interaccionar con el streamer o de comentar, no es solo un sujeto pasivo consumiendo contenido.

En segundo, la capacidad de monetización del usuario. Los creadores de contenido en las plataformas como Twitch reciben principalmente sus ingresos a través de las suscripciones de los usuarios, que pagan una pequeña cantidad a modo de mecenas del canal. Esto hace que no necesiten de ningún tipo de publicidad para financiarse, sino que el dinero lo pueden conseguir directamente de la propia audiencia. Esto significa que no hay tiempos muertos de publicidad donde perder espectadores.

En tercero es el factor multiplicador que tiene la suma de estos influencers. Sus audiencias son de ellos, personales. Además, cuando se juntan para hacer colaboraciones no solo suman ambas, sino que muchas veces hacen un efecto reclamo. En el formato tradicional las cadenas y programas compiten constantemente por el share y están restringidos a unos horarios y unas horas de emisión. En Twitch esto desaparece para generar un entorno más colaborativo.

El cuarto es el tamaño del mercado. Cualquiera con un smartphone o un ordenador puede conectarse en cualquier lugar del mundo. La audiencia de los streamers españoles no se limita únicamente a España, sino que emiten también para Latinoamérica y viceversa, lo que aumenta considerablemente las audiencias potenciales de cada retransmisión.

Por quinto y último, la propuesta. Habitualmente contenido sin horarios fijos, ni tan marcados. Se trata de directos centrados no tanto en una temática concreta en cada franja de tiempo (aunque obviamente cada streamer tiene sus peculiaridades y sus estilos específicos) sino en la afinidad con la persona que la realiza. Adaptada a una época en la que cada individuo necesita ajustar a su ritmo sus tiempos de consumo de contenido, ya que es muy difícil comprometer el día a día a los horarios fijos de un programa. Twitch y sus streamers lo saben y por ello apuestan por una propuesta de valor clara: conectarse cuando puedas y el tiempo que quieras para pasar un buen rato.

Por Pedro Soto, consultor sénior de Estudio de Comunicación.

@pedrosotoft

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