Una fuente sí, pero no la única

Acabo de salir de un almuerzo de negocios en el que el debate se ha puesto al rojo vivo cuando una de los asistentes al evento ha planteado si la información -Internet mediante-, ha dejado de ser poder. La defensora de esta tesis apelaba a que en la reciente “revolución pixelada” de Irán, llamada así porque ni a los más prestigiosos corresponsales les estaba permitido emitir información alguna, los más fieles cronistas de la realidad han sido las cámaras de los teléfonos móviles, cuyos dueños grababan y enviaban al mundo a través de la Red de Redes y en tiempo real, con mayor o menor resolución, lo que ocurría en esos precisos instantes en las calles de Teheran.

En el momento de producirse esta intervención la mayoría de los asistentes a la comida nos hemos despertado del letargo que producen los casi cuarenta grados con los que nos castiga este mes de julio madrileño y como se suele decir, cada cual “barriendo para su casa” ha planteado sus argumentos en contra o en defensa de esta teoría, con el objetivo de rebatir o reforzar la tesis de esta comensal, para quien el valor del resto de los medios, (entendiéndose por “el resto” los que no son de Internet) ha quedado en entredicho, ya que a dichos medios no les ha quedado más remedio que conformarse con ir a la zaga de lo que en Internet ya era pasado y retransmitir a sus teleespectadores o reproducir para sus lectores las imágenes enviadas a través de esos móviles 3G.

Aunque ya he hecho la digestión de esta comida, esta teoría sigue rondándome por la cabeza y no consigo digerirla. Me resisto a creer que haya que jubilar a todos esos corresponsales acreditados y convertir en freelancer ocasionales sin experiencia ni formación alguna a todos esos cronistas espontáneos, por mucho mérito que tengan sus inestimables y sin lugar a duda valiosísimos, pedacitos de la realidad iraní que nos han hecho llegar durante las últimas semanas.

Pues sin la labor de los medios de comunicación, la información que el pueblo iraní nos ha ido enviando en paquetes de 1 Megabite no hubiera pasado de ser eso, una serie de piezas en un rompecabezas que alguien tiene que encargarse de encajar, tarea que llevan a cabo los profesionales de la información, a los que se les presupone objetividad, profesionalidad y capacidad de ser fieles a la verdad por encima de emociones, ideologías y condicionamientos políticos.

Por eso además de que no creo en absoluto que la información de los medios tradicionales haya dejado de ser poder, estoy convencida de que todo aquel que se precie de ser un ciudadano bien informado sobre lo que está pasando en Irán, está cometiendo un gravísimo error si se queda solo con las imágenes que circulan por Internet sobre la revolución pixelada, porque conceptos como la profundización, el análisis y la objetividad que ofrecen los medios de comunicación como tales, están reñidos con otros como la superficialidad, la inmediatez y la reacción al estímulo que acompañan al periodismo ciudadano, sin desmerecer por ello su valor informativo y documental. Internet puede ser una fuente de información y por lo tanto de conocimiento, pero y siguiendo la máxima periodística, no puede ser la única fuente y conviene contrastarla y para eso están y esperemos que por muchos años, “el resto” de los medios que no son de Internet.

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