Que las relaciones con el poder central de Argentina son hoy difíciles y poco previsibles, tanto para el empresariado argentino como para el extranjero, es una verdad y una verdad incuestionable. Que históricamente el sector privado, en el que se incluyen muchas empresas españolas, consideró que esas relaciones debían ser “focalizadas y utilitarias”, es decir, basadas en objetivos concretos y con resultados concretos, es otra verdad difícil de discutir.
Pero también es verdad que son pocos los que han establecido una política de Relaciones Institucionales en Argentina diseñada para el largo plazo, responsable, eficiente, sistemática y estratégicamente diseñada. Y ésta es la mayor verdad que debe ponerse sobre la mesa de muchos consejos de administración y de muchos presidentes o consejeros delegados. De esta manera, lejos de criticar el pasado, aceptarlo significará comenzar a trabajar seriamente en el futuro. Futuro de la propia empresa y de su gente, de cada sector y del país.
Entonces, lo que desde la distancia y la crisis parece peligroso en Argentina, ya no lo será tanto. Claro, se preguntarán y eso cómo se hace. No dije que sea un trabajo fácil, porque casi nada en la Comunicación es fácil, pero es igual de complejo que abordar el marketing mix o las relaciones laborales, por poner ejemplos.
En primer lugar, el empresario con intereses en la Argentina y con vocación de permanencia en el país debe aceptar que los organismos públicos tienen gran influencia en el negocio y que, por ello, sus funcionarios son un público prioritario para la empresa. Seguidamente, deben saber que también en mi país las Relaciones Institucionales serias y transparentes pueden ponerse en marcha y que sus resultados serán más sólidos y beneficiosos, que los parches coyunturales y oscurantistas, tanto para la imagen como para la cuenta final del negocio.
De esta manera, sólo queda planificar y poner en marcha un Plan de Relaciones Institucionales que incluya: conocer la dinámica propia de los organismos públicos, su lógica y objetivos de funcionamiento y trabajo, enmarcado en políticas generales; identificar los actores y sus intereses y funciones; establecer un seguimiento sistemático de todas las actuaciones y proyectos que afecten de alguna manera al funcionamiento del negocio; considerar todos los ámbitos geográficos que tengan relación con la empresa; estudiar y analizar momentos institucionales y de los funcionarios así como los calendarios de las diferentes gestiones; iniciar un plan de acercamiento que apunte a cultivar vínculos más cercanos, de mayor confianza y permanentes; incorporar contenido útil y complementario que permita a las instituciones públicas conocer nuevos aspectos y variables; y, por supuesto, disponer para todo esto de una equipo profesional que gestione dicho Plan con la misma transparencia y seriedad que deseemos imprimirle a la imagen de la empresa y con el mayor rigor ético.
En resumen, tal vez las relaciones entre Argentina y las empresas españolas no son fáciles, en algunos momentos han podido ser peligrosas, pero el consejo es claro: menos pánico y más trabajo. Con seriedad, con profesionalidad y a largo plazo.
María Lía Ghelfi
Directora General
Estudio de Comunicación