Cuentan los encargados de la imagen del presidente Obama que el Comandante en Jefe de los EEUU recibe al día, como media, 20.000 cartas de ciudadanos que le escriben para contarle sus preocupaciones, para trasmitirle sus quejas, para pedirle ayuda…De ellas, el presidente -dicen- lee personalmente 10 cada jornada. Son cartas previamente filtradas por los asesores para que -aseguran- representen una «muestra» de lo que piensa y lo que le preocupa al pueblo norteamericano. El Presidente odenó cuando accedió a la Casa Blanca que no quiere cartas maquilladas ni censuradas y asegura, con sorna, que sus ayudantes se tomaron en serio su demanda porque las cartas que le pasan, en una gran mayoría, le llaman «idiota».
Desde el punto de vista de Comunicación, Obama vuelve a ser un ejemplo digno de estudio. El gran protagonista de un proceso de Comunicación es siempre el receptor del mensaje. Podemos contar cosas muy bonitas que si nuestro mensaje no llega claramente al receptor y este no lo entiende correctamente de nada servirá el esfuerzo, ni la inversión. Sea el mensaje de tipo político, institucional o de producto. El Presidente Obama quiere conocer de primera mano lo que piensa su receptor. Gracias a eso podrá modular con eficacia su mensaje y hablar a sus votantes de los temas que realmente les preocupan. En su proyecto estrella, por ejemplo, el de la Reforma Sanitaria, Obama a usado en sus discursos y entrevistas ejemplos de esas cartas para reflejar casos concretos y humanos a los que su reforma solucionará los problemas.
En Comunicación empresarial tenemos que seguir el ejemplo. Antes de hablar hay que escuchar. Antes de vender hay que conocer al cliente. Y antes de contar historias técnicas o difíciles de entender hay que contar historias humanas que lleguen a la gente.
