La represión a la libertad de expresión y al derecho de informar de los periodistas no es, lamentablemente, nada nuevo en los regímenes totalitarios. Arcaicos en su ideología y en algunos de sus métodos, están al día, sin embargo, en las nuevas formas de comunicación online, que utilizan para acallar las voces más críticas a sus dictaduras. Es el caso del régimen iraní, con Ahmadineyad al frente, que ha bloqueado miles de páginas en Internet y ha cerrado una veintena de periódicos. La última barrabasada la ha cometido hace menos de un mes condenando al pionero de los blogs en aquel país, Hossein Derakhshan, a 19 años y seis meses de cárcel por, según dicta la sentencia, “cooperar con países enemigos y difundir propaganda contra las autoridades”, entre otras acusaciones. El caso del régimen iraní no es el único. En Cuba, el régimen castrista intenta bloquear –que fácil sería todo si esa “q” fuera “g”- el blog “Generación Y”, de la periodista Yoani Sánchez. ¿Porqué?, pues porque 14 millones de seguidores semanales es mucha oposición para mantener el éxito de la “Revolusiooón, chico”.
Pero no es la primera vez que el poder establecido ataca a los blogueros. En 2008 uno de ellos fue asesinado por oficiales municipales de la ciudad china de Tianmen cuando efectuaba tareas de periodismo ciudadano. No es, por tanto, un tema baladí ni que se deba pasar por alto. Según datos de la ONG Médicos sin Fronteras, 170 periodistas y blogueros han sido detenidos en el último año por ejercer su derecho y obligación de expresión e información.
Es cierto que la red es muchas veces caldo de cultivo de calumnias y difamaciones y que uno de los retos de futuro es lograr que no exista impunidad para el insulto y la mentira. En el mensaje esta uno de los grandes desafíos. Pero no solo deben preocuparnos los mensajes de la red… También hay que poner atención a los mensajeros. Porque la libertad de expresión tiene un nuevo campo de batalla.