INVERTIA, 25/05/2011.- Charo Gómez, directora de Estudio de Comunicación, firma en Invertia un artículo en el que se refiere a la detención del ex director de FMI y los juicios paralelos en los medios de comunicación. Puede ver la reseña o acceder a Invertia.
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Nada menos que todo un peso pesado de la política económica internacional, el ya ex director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss- Kahn, está siendo, muy a su pesar, el causante de que se reavive una polémica nunca zanjada: la de los juicios paralelos en los medios de comunicación.
Las imágenes de un desolado y desaliñado Strauss-Kahn en el banquillo de los Juzgados, por un presunto delito de agresión sexual a una camarera del hotel neoyorquino donde se alojaba, han dado la vuelta al mundo. Gran parte de la clase política francesa está consternada y no da crédito. A algunos sólo les falta rasgarse las vestiduras y lanzan acusaciones, según publicaba el País recientemente, como la de “asesinato mediático”, “exhibición organizada” o “destrucción deliberada” al referirse a las imágenes emitidas, incluso por la TV francesa cuando la ley allí lo prohíbe, de DSK esposado y detenido por trajeados policías norteamericanos.
Dominique Strauss-Kahn ha sido acusado formalmente por un gran jurado de los cargos presentados por la fiscalía de Nueva York por abusos sexuales e intento de violación. Y, aunque ya ha conseguido la libertad condicional, DSK se enfrenta ahora a una agónica espera hasta que se celebre el juicio. Sus pasos serán seguidos por fotógrafos y cámaras de TV a la busca y captura de la mejor instantánea. La prensa, ya lo está haciendo, intentará no sólo destapar la agitada vida sexual del ex dirigente del FMI sino también dar cuenta de cualquier otra cuestión relacionada con su cargo y trayectoria profesional que pueda resultar de interés público en estos momentos.
La Defensa de DSK ha dicho que su único interés es “limpiar su nombre». Y, desde luego, va a tener que empeñarse a fondo no sólo en el estrado sino también ante la Opinión Pública. Algo parecido, en ocasiones y salvando las diferencias, les pasa a las empresas y sus dirigentes ante procesos judiciales de alta repercusión pública que tienen que afrontar. Culpables o no, eso queda para los jueces, tienen que lidiar antes con la “pena de telediario” que es una severa condena por la que su imagen pública puede quedar seriamente dañada durante un litigio.
En la actualidad nadie duda de que la imagen y la reputación son valores estratégicos y fundamentales para las compañías y sus equipos de dirección. Valores que durante un proceso judicial pueden deteriorarse para siempre y, lo que es peor, estigmatizar de por vida a quienes se enfrentan a este tipo de situaciones, aún siendo finalmente declarados inocentes. Si además sumamos la repercusión que tienen las noticias en Internet, que se tramiten de manera instantánea y dejan huella durante mucho tiempo, el problema lejos de achicarse se agranda cada día.
Las empresas, sus directivos, cuando se enfrentan a un proceso jurídico se enfrentan a una materia que ya no está sólo en manos de los abogados. Porque el juicio mediático, además del daño que hace en si mismo, suele ser antes y paralelo al de toga con lo que para un juez, aún dando por sentada su capacidad de independencia en sus dictámenes, no tiene que resultar nada “cómodo” dictar sentencia en medio de una gran presión mediática y de Opinión Pública.
La comunicación empresarial en situaciones de litigios, o litigations, por usar el término anglosajón, requiere, al igual que la Defensa Jurídica, un planteamiento estratégico para gestionar la inevitable demanda de información por parte de los Medios; determinar a qué otros públicos, además de a los propios Medios, hay que hacerles llegar la información; articular un argumentarlo de defensa pública, reaccionar y actuar de la manera más adecuada ante los rumores, imprecisiones o falsedades que puedan ser difundidos… En definitiva, proteger al máximo posible la imagen del “presunto inocente”, hasta que se dicte la sentencia.