“Yo quiero sólo el periódico”, decía este domingo un vecino muy enfadado a Manolo, nuestro quiosquero. “No quiero ni vasos, ni cacerolas, ni pelis, ni nada. Quiero mi periódico y nada más”.
Esta breve secuencia me hizo reflexionar sobre el asunto (una vez más). ¿Tienen los Medios de Comunicación derecho a hacer tantas promociones como les apetezca? ¿Nos convertiremos en coleccionistas de miniaturas que jamás sacaremos de su envoltorio, libros que no leeremos, sartenes y cuchillos para la casa del pueblo (olvide que la vendimos) o vajillas para los peques? Pues no lo sé. Lo cierto es que si estas campañas sirven para mejorar la economía de este santo y manchado papel, para que se vendan más ejemplares, para que tengamos la oportunidad de leer más noticias, para que, entre todos, seamos capaces de mejorar y ayudar a la maltrecha economía del sector periodístico, si esto es así, me apunto a todo lo que vendan.
Ya he quedado con mi “chapuzas” para que habilite sitio en el trastero y estudio a marchas forzadas para la historia de Bob Esponja; también sé dónde pondré la nueva tele y la nueva colección de libros. Y he comprado un vino muy bueno para estrenar las nuevas copas. ¡Que todo sea por la profesión!