Durante el verano, que se ha despedido ya para la mayoría, los medios impresos se reducen a prácticamente cuatro hojas que se mueven en busca de lectores por las playas y los lugares de veraneo. Cuando estamos de vacaciones parece como que tengamos que desconectar de todo, incluso de la actualidad. Sin embargo, para los que nos dedicamos a la comunicación, esto es prácticamente imposible. Nos reconforta siempre tener entre las manos nuestros diarios e incluso lo incrementamos con los diarios locales de la zona de veraneo.
Pero siempre nos asalta la misma duda. ¿Para qué voy a comprar el periódico, si cada día pierde parte de su esencia y parte de papel? Las vacaciones también hacen mella en las redacciones y los contenidos se convierten en reportajes intemporales y “fresquitos”. Qué manía con repetir los temas trillados año tras año.
Si a ello añadimos que tenemos que encontrar el quiosco más cercano para proveernos de nuestro vicio diario de leer la prensa, la tarea se hace por momentos titánica. Este año, me ha parecido que, coincidiendo con la temporada estival y con el auge de las tabletas electrónicas, de los smartphones y demás artilugios, los quioscos se han hecho virtuales: todos los medios impresos nos quisieron tentar con ofertas on line.
¿Papel o soporte electrónico? Los más modernos, sin duda, habrán optado por ir dejando el papel porque las ofertas en el quiosco digital cada vez son más agresivas y además podemos tener las primicias del día apenas dos horas del cierre de la ediciones impresas, pero una cosa es el mono de noticias y otra, no disfrutar en la playa con la lectura del “papel”.
