Durante los últimos años, los periodistas y los profesionales de la comunicación venimos asistiendo a un espectáculo que dificulta enormemente nuestro trabajo: las conferencias de prensa sin preguntas. Esta tendencia está generalizada, pero son los partidos políticos los que se llevan la palma. Han convertido un acto en el que el objetivo es dar explicaciones a la opinión pública y responder a preguntas de los periodistas en meras declaraciones institucionales.
Los profesionales de la información se convierten así en simples copistas que ven cómo las noticias se homogeneizan. Todos publican lo mismo –no hay otro remedio- y no hay forma de que los medios de comunicación se diferencien. No existen informaciones distintas más allá de darle importancia a una frase u otra dentro de la declaración del político de turno.
Son muchas las voces de protesta que se han ido alzando ante este sistema cada vez más arraigado. Sin ir más lejos, hace unos meses, las principales asociaciones de periodistas y casi todos los medios españoles firmaron el Manifiesto contra las ruedas de prensa sin preguntas y otras anomalías informativas. Sin embargo, son los protagonistas de esas conferencias de prensa los que tienen que tomar conciencia. Por supuesto que no es sencillo enfrentarse a determinadas preguntas, pero en cuestiones de comunicación, el objetivo no es la facilidad si no la eficacia. Esos portavoces tienen que ser conscientes de que la solución ante cuestiones incómodas no es evitarlas, sino formarse adecuadamente para poder responderlas. ¿Se invertirá la tendencia?
