Reconozco que, por la tan deseada y raras veces conseguida conciliación trabajo-familia, veo muy poco la televisión. Pero si raro es el tiempo que gasto frente a este electrodoméstico, más raro es el tiempo que paso viendo sus anuncios. La multiplicidad de canales y la generalización de la televisión por cable me han convertido en una fan del zapping. Esto no quita que me sigan apasionando los buenos anuncios, como alguna vez he comentado aquí, y algunos tráiler de películas y que sea capaz de hacer un alto entre canal y canal para ver alguna publicidad que me ha llamado la atención. La buena publicidad se reinventa constantemente y a Internet se suman otros soportes que llegan directamente al consumidor.
Sé que, de lo que voy a hablar, no es nuevo pero sí eficaz. No puedo quitarme de la cabeza un cartel de una película veraniega, una comedia dirigida a mujeres, que estuve viendo un día durante un buen rato en la trasera de un autobús interurbano. Algo parecido me pasó con el spot que “saltó” delante de mí cuando me dirigía a entrar en un parking de la capital. Una compañera me comentaba el otro día que en los autobuses que le llevaban a su ciudad natal, por ahí en el norte de España, incluían anuncios que los viajeros veían sí o sí… aunque fuera sólo para distraerse. Y recordaba unos pocos.
Todos ellos son ejemplos de soportes publicitarios que sí llegan al consumidor y al target… porque aunque es posible que no todos los conductores estén interesados en ver una comedia protagonizada por mujeres, la realidad es que es muy difícil no percatarse de un cartel de tres metros de alto por dos de ancho que está delante de ti, moviéndose contigo. Creo que funciona. Al menos, conmigo, funciona.