No deja de sorprenderme el uso que últimamente se hace del vídeo en el contexto de la comunicación. Decir que el vídeo es una herramienta o un soporte es más que una obviedad, pero por la importancia que ha ido adquiriendo, más que de instrumento podemos hablar ya de arma en la dura batalla por captar la atención de todo aquello que se mueva, ya sean electores, simpatizantes con una causa o lectores.
Si, no me he equivocado quiero decir lectores, porque no son pocos los plumillas de toda la vida que ahora tienen que filmar incluso con la cámara de su móvil la entrevista que están realizando o la rueda de prensa que están cubriendo, pues el medio que les paga, a día de hoy convertido en multimedio, querrá dar valor añadido al artículo en cuestión a través de un reportaje de vídeo.
Ni que decir tiene que en periodo pre electoral, crecen como hongos los vídeo-blogs en los que los candidatos electorales cuentan, prometen, debaten, rebaten, se disculpan, se posicionan y en definitiva complementan, de manera excelente sus apariciones en otros medios convencionales. Detrás de estos video-blogs está el duro trabajo de todo un equipo de comunicación que se encarga de dotar de frescura y dinamismo a una estudiada y meditada estrategia de actuación. Y es que ya se sabe aquello de que una imagen vale más que mil palabras, pero si además de la imagen podemos tener también las palabras, mejor que mejor.
Pero el vídeo no sólo ha despertado el interés como herramienta de plumillas, políticos, personajes famosos o profesionales de la comunicación, sino que es un arma para los ciudadanos de a pie, un arma de diferentes usos que van desde la mera denuncia del bache en la calzada del barrio hasta las valerosas actuaciones de ciudadanas en Arabia Saudí, que a riesgo de recibir varios latigazos, desafían la prohibición de conducir y se graban al volante para colgar su atrevimiento luego en la Red y hacer partícipe al mundo de su injusticia. Para ellas desde aquí, por cierto, todo mi respeto y reconocimiento.
