Siempre nos han dicho en las aulas -y van dos posts seguidos que incio recordándolas- que el periodista se encuentra detrás de la noticia, en un segundo y objetivo plano desde donde contar lo que ve, oye y siente. Con ello responde a uno de los derechos fundamentales: el Derecho a la Información.
Qué tristeza y qué depresión me entra cuando esta digna y vocacional profesión se convierte en noticia por la precariedad laboral en la que se encuentran (nos encontramos) sus profesionales; los popularmente conocidos “plumillas”. La crisis se ha llevado dos sectores por delante: el conocido por todos, la construcción, y el olvidado, el de la palabra.
En el desempeño de nuestra profesión más de uno nos hemos encontrado con quienes creen que por saber gramática y ortografía saben de Comunicación y Periodismo. ¡Cuán equivocados están!
Por eso, la dictadura de aquel que sabe coger un lápiz no puede y no debe imponerse ante la profesionalidad y la cualificación de aquellas personas que en otro tiempo pensaron que Ser Periodista es algo más que teclear o “tuitear”.
No es digno valorar una noticia a 75 céntimos, porque no es digno cuantificar en esta medida el trabajo de un hombre o de una mujer que ven en el ejercicio de su profesión un Derecho del Ciudadano.