A vueltas con la confianza

 

En un momento crítico para Europa y el mundo, más de 2.500 líderes empresariales, gobiernos, y sociedad civil participaron en la edición 43ª del Foro de Davos, reunión cumbre del World Economic Forum. En el marco de este evento se publicaron algunos estudios que ponen de manifiesto la necesidad de seguir trabajando en la recuperación de la confianza.

 En el caso del Trust Barometer que la agencia de relaciones públicas Edelman, publica cada año, se ve que si 2011 se caracterizó por una gran desconfianza, 2012 supone la vuelta a posiciones neutras. La encuesta, realizada a más de 30.000 personas incluyendo público informado en 25 países, revela que la confianza en las instituciones y organizaciones, en general, atraviesa una leve mejora respecto a 2011 aunque aún hay mucho trabajo por hacer.

Si analizamos otros datos, también publicados en Davos, como la encuesta mundial de CEOs, que realiza PwC, la confianza de los CEOs mundiales y españoles en la evolución de los negocios permanece estancada. El escepticismo y la dispersión obligan a la reiteración, la mayoría tiene que escuchar la información sobre empresas entre 3 y 5 veces para creerse los mensajes.

Estancada, neutra, dispersión, son palabras que se mire por donde se mire están hablando de lo mismo, de la pérdida sistemática de confianza y, por ende, de la reputación. La reputación de una empresa, de un partido o de un país se mide por su comportamiento, que ha de venir de la mano de la integridad de los gestores.

Y esos gestores, hoy más que nunca, están en el punto de mira, los porcentajes de confianza en los líderes son muy bajos y la realidad actual demanda un cambio de comportamiento para el liderazgo. Solo un 18% de los encuestados considera que los líderes empresariales y gobernantes dicen la verdad y son transparentes, acusando una alta opacidad.

Las buenas empresas[1], que lo eran antes de la crisis y que seguirán siéndolo cuando ésta concluya, deberán hacer un esfuerzo suplementario para recuperar la confianza perdida ante la sociedad. La buena empresa, tras la crisis, tendrá que demostrarlo de una manera inequívoca porque de la recuperación de esa confianza dependerá en gran medida el liderazgo en cualquier sector de actividad.

Y la recuperación de la confianza vendrá a través de una relación dialógica con sus grupos de interés, más estable y permanente que en el pasado y, sobre todo, por la asunción voluntaria de un ‘compromiso fehaciente’ con sus grupos de interés más determinantes.

Este compromiso fehaciente que devuelva la confianza en la buena empresa no tiene nada de retórico. Muy al contrario, las tres condiciones imprescindibles –que sea explícito, verificable y consecuente- tienen que ser formuladas nítidamente y deberán ser declinables, para cada grupo de interés de la empresa.



[1] La buena empresa: hacia una teoría de la reputación corporativa, Justo Villafañe, Editorial Pearson

 

 

Isabel López Triana

Socia Directora de Responsabilidad Corporativa Villafañe & Asociados Consultores

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Isabel López Triana es socia de Villafañe & Asociados donde dirige el área de Responsabilidad y Gobierno Corporativo de la firma. Además, también dirige las publicaciones de referencia de la firma, y es editora del Informe Anual La Comunicación Empresarial y la Gestión de los Intangibles en España y Latinoamérica. 

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