¿Dónde han quedado aquellos tiempos en los que una casa discográfica realizaba grandes inversiones en campañas de Publicidad y Comunicación para dar a conocer el lanzamiento de un nuevo disco de alguno de sus artistas? Había un trabajo previo en el que la discográfica decidía qué artista iba a ser del gusto de su público objetivo y, sin que el respetable opinase, divulgaba esa música a través de las diferentes herramientas que aquellos tiempos, no tan lejanos, nos ofrecían: cuñas de radio, spots de televisión e incluso, programas de dos horas de duración, en prime time, dedicados exclusivamente a promocionar artistas.
Las nuevas tecnologías han mutado el comportamiento del consumidor y, por lo tanto, de las productoras discográficas. Las ventas de discos han caído a una velocidad vertiginosa: desde el 2001 se ha generado un descenso acumulado del 77,5%. Y la tendencia continúa. Los artistas deben volver al concierto en directo para sacar rentabilidad a su producto. Además, ya no es la discográfica la que decide qué le va a gustar a su audiencia, es el mismo consumidor el que ofrece su opinión al respecto, y el que da a conocer a su red de contactos aquellos artistas que le gustan y que considera que son consumibles y, lo que es mejor, que deben ser compartidos.
De eso se trata: de compartir sentimientos y experiencias, y sentirnos identificados con ellas.
Y por esta razón, también las nuevas tecnologías han cambiado el comportamiento de los propios artistas, que deben utilizar nuevas herramientas para promocionarse. Ellos mismos se producen, ellos mismos se lanzan a través, claro, de nuevas redes sociales dedicadas exclusivamente a la música, y ellos mismos actúan como sus propios agentes o managers.
Al encontrar en una red social (¿dónde sino?) a la contrabajista y cantante Esperanza Spalding interpretando una de las canciones más bellas jamás compuesta, “Overjoyed”, me transmitió un sinfín de buenos sentimientos y valores, y pensé que si yo representara a una empresa (y no precisamente de bebidas alcohólicas) y tuviera que invertir dinero en una campaña de marketing, lo haría patrocinando conciertos de artistas como la Spalding, con el fin de que el público identifique a mi empresa con los valores que esta maravillosa artista genera.
De la misma manera que el Banco de Santander promociona a Fernando Alonso y se identifica con aquellas cualidades del piloto como “éxito”, “esfuerzo”, o “valor”, entre otras, ¿por qué no hacerlo con una artista que a través de su música represente también aquellos valores que una empresa quiera transmitir como la empatía, el compromiso, la responsabilidad o el esfuerzo en el trabajo?
Constanza Ribas, consultora sénior. España.