El ministro italiano de Medio Ambiente realizó unas declaraciones hace unos días que podríamos tildar, como mínimo, de estrafalarias, cuando no de bochornosas. Propuso a los italianos que para ahorrar agua no se cambiaran de ropa interior a diario e incluso llegó a plantear que el ahorro de energía pasa por no lavar la ropa demasiado a menudo, sino simplemente airearla.
Sin entrar en los problemas de salud e higiene que se pueden derivar de estas proposiciones, todos guardamos en la memoria ejemplos similares que nos han ocurrido o de los que tenemos conocimiento. Una imagen o una frase desafortunada pueden arruinar toda una estrategia de Comunicación.
Casi tan importante como las ideas y los mensajes son las metáforas que usamos para enriquecer o hacer llegar de una forma fácilmente comprensible nuestros mensajes. Emplear una imagen acertada para difundir una idea complicada puede hacer que su Comunicación se convierta en un rotundo éxito, mientras que, el más digno de los propósitos -como el ahorro de agua y energía- puede transformarse en un bumerang comunicativo que se vuelva en nuestra contra.
Evitarlo viene de la mano de la planificación y el trabajo. Nada está tan estudiado y trabajado en Comunicación como la naturalidad, por lo que la improvisación no debe tener cabida en nuestros planteamientos.
Los equipos de Comunicación deben conocer el mensaje y haber planteado la mejor forma para transmitirlo y los portavoces interiorizarlos, para que se conviertan en algo natural. El objetivo es comunicar y que esta comunicación cale en los receptores objetivo y no crear una polémica absurda para acabar discutiendo sobre las costumbres higiénicas de un mandatario público.
Alejandro de Antonio. Consultor sénior de Estudio de Comunicación. España.
Foto: Manovillo