En una época en la que está en duda la permanencia del papel y en la que internet y las redes sociales lo invaden todo, sorprende enormemente como una simple octavilla -como lo hiciera en la Revolución francesa- consiga ocasionar una revolución en el Teatro Real de Madrid en pleno siglo XXI. Ocurrió concretamente el viernes 7 de noviembre, y algunos medios de comunicación lo han plasmado en ilustrativos titulares: ‘La conspiración del bis en el Real’. Tan sencillo como poner en marcha de forma proactiva una buena estrategia de comunicación; repartir octavillas para impulsar el bis del tenor mexicano Javier Camarena, y conseguirlo. Era el segundo en la historia del Teatro Real.
En 18 temporadas, tras la reapertura del coliseo en 1997, sólo Neo Nucci había repetido un aria en Rigoletto. Ahora son dos. Camarena se une a la lista desde que el público le exigiera repetir la exigente A mes amis, de La hija del Regimiento (Donizetti), con sus nueve dos de pecho.
La pregunta es: ¿si el bis no hubiera estado alentado por una octavilla repartida por Sara Villalba, una musicóloga que trabaja en una zapatería, este hito se hubiera producido? La señorita Villalba ha declarado a los medios, según recogen estos, que lloró cuando vio que había conseguido su objetivo –el bis de Javier Camarena-. ‘La idea –confiesa- ya le venía rondando la cabeza desde que el tenor mexicano repitió un aria la pasada primavera en el Met de Nueva York, donde cantaba La Cenerentola. Sara se había perdido el bis que hizo Leo Nucci en el Real en 2009, en Rigoletto, y como ha declarado ‘como historiadora de la música que soy, me hacía mucha ilusión hacer historia de nuevo’. Pues lo ha conseguido.
Y es esta pequeña historia la que viene a resumir muchas pautas de lo que debe ser una Comunicación adecuada. Primero tener claros los objetivos y la estrategia a seguir; segundo, utilizar las herramientas adecuadas: pagó por una entrada en una fila que le permitía poder hacer ‘ruido’ y obtener repercusión, y repartió desde antes de empezar la función octavillas por todas partes, animando a pedir el bis para Camarena. El producto era bueno, los nueve de Do del aria del tenor resplandecieron en el Real, pero la capacidad de Sara empujando a la ovación y el soporte impreso, fueron determinantes hasta impulsar y contagiar al público.
En un mundo donde el aplauso fácil y el ruido se interpreta mal, una octavilla ha conseguido una revolución que puede, incluso, marcar un importante precedente. Moraleja: nunca descartemos un soporte tradicional de comunicación, lo importante es aplicar bien las herramientas de las que disponemos. ¡un bis para Sara Villalba!
Por Victoria Magro, consultora sénior de Estudio de Comunicación.
@VictoriaMagro
Muy acertado tu comentario, Victoria, ahora que estamos en los miles de mensajes «cojos», sin vocales, apenas inteligibles, en la red, es todo un hallazgo que alguien decida en un soporte tan antiguo (?) como el papel lanzar una campaña mayoritaria por la fuerza teatral de las papeletas cayendo desde el cielo… Encima, es poético, y el tenor Camarena se lo merecía. Bien!!