Ahora más que nunca, la información fluye de forma copiosa por todos los canales, ya sean tradicionales o digitales. Este exceso de información ha generado un nuevo tipo de consumidor, el C Consumer, que basa sus hábitos de compra en los contenidos digitales que recibe de forma permanente.
Cada uno de estos contenidos contribuye a construir la reputación de la marca. Por ello, es fundamental conocer qué se dice en Internet sobre nuestro producto y sobre nuestra marca y, al mismo tiempo, ser capaces de atender a los intereses de los usuarios y establecer una conversación con estos públicos objetivo capaz de dar respuesta a sus inquietudes.
Pero en este entorno digital, ¿dónde quedan los medios y soportes tradicionales? Recientemente leía en un diario económico el reto que ha supuesto para una empresa colocar el cartel de su marca en lo alto de sus oficinas en Madrid. Tras alcanzar con éxito su objetivo, este cartel es a partir de ahora, y de forma literal, el logotipo más alto de España al encontrarse a 250 metros. Cada una de sus letras pesa entre 40 y 80 kilos y entre todas miden más de 17 metros de largo.
En una era digital, ¿por qué tanto esfuerzo por poner un logotipo, literalmente, en lo más alto? La respuesta es tan clásica como fácil: El poder de la imagen. El potencial que tiene este cartel, visible diariamente para cientos de ciudadanos y turistas, no tiene precio.
Lo más probable es que este rótulo esté destinado a permanecer en la mente colectiva, como ya ha ocurrido con otros carteles publicitarios como los de Tío Pepe y Schweppes, que fueron “indultados” por el Ayuntamiento de Madrid por considerarlos un elemento tradicional de la historia de la ciudad.
Hoy, como siempre, tenemos que saber combinar los soportes mas vanguardistas con los tradicionales y lograremos mejores soluciones para una comunicación eficaz.
Por Támar Salazar, consultora sénior de Estudio de Comunicación. España.
@TamarSalazar
