24 de febrero, 34 años después

Quienes tenemos ya cierta edad y lo vivimos en el interior del hemiciclo del Congreso de los Diputados podemos recordar a los jóvenes profesionales de la información lo importante, vital diría yo, de mantener la democracia y la convivencia en un estado de Derecho, sin imposiciones de “salvadores de la Patria” a punta de metralleta.

Fue la del 23 de febrero de 1981 una tarde aciaga para nuestro régimen democrático con la irrupción de varios guardias civiles encabezados por el teniente coronel Antonio Tejero en el Congreso de los Diputados, sede de la soberanía nacional. Su intención, frustrada al día siguiente por la reacción de don Juan Carlos, entonces rey, y del pueblo español y la mayoría de las capitanías generales del Ejército, fue la de imponer un gobierno por la fuerza del golpe de estado en sustitución del salido legítimamente de las urnas, que permanecía secuestrado en el palacio de la Carrera de San Jerónimo.

El episodio golpista es suficientemente conocido aunque no está demás destacar el papel que jugaron los medios de comunicación de entonces. Los fotógrafos de prensa con los carretes de fotos escondidos en los calcetines para que no les fueran arrebatados por los guardias civiles que “custodiaban” a todo aquel que se moviera en el pleno de investidura. Los cronistas de las emisoras de radio enviando como podían sus informaciones y los cámaras y técnicos y periodistas de Televisión Española haciendo posible que las imágenes de los 28 minutos más tensos de la más reciente historia española pudieran ser vistos al día siguiente por todos los españoles.

Tuve que hacer el triste relato de ese episodio en el telediario del día siguiente sin haber visto las imágenes previamente, en directo y sin referencia de sonido. Recordaba eso sí las voces y principales frases de los asaltantes y, especialmente, los ruidos de los disparos y del montaje de los fusiles ametralladores que portaban algunos. Lo he vuelto a revivir al ver el vídeo.

Por eso lo cuento a quienes han vivido y viven su actividad periodística y de comunicación en un régimen de libertades, con imperfecciones, sin duda, que hay que defender día a día porque la libertad se gana y se conserva defendiéndola. O no lo vivieron o eran muy jóvenes cuando sucedió ese 23 F. Pero saben perfectamente que, entre las principales libertades de un estado democrático de derecho está la de información.

Por Ramón Almendros,  Director de Estudio de Comunicación España. 

@ramon_almendros

 

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