El más común de los sentidos

Dicen que todos lo tenemos, aunque en mayor o menor medida. Que se trata de una característica innata que nos ‘protege’ y ayuda a enfrentarnos al mundo que nos rodea. Que su ausencia puede generarnos graves desórdenes sociales e, incluso, económicos hasta provocarnos, respectivamente, el ostracismo y la ruina. Los filósofos están de acuerdo en que su utilización facilita calcular la posibilidad de que algo suceda y que se trata, por tanto, de una útil herramienta para discernir entre lo razonable y lo absurdo.

El sentido común sería, por consiguiente, una especie de ‘código simbólico compartido’ por un grupo social o comunidad de individuos. Y es, precisamente, en esa característica probabilística, que nos da pistas para prever que algo ‘realmente’ pueda llegar a suceder, donde reside la utilidad de este sentido universal, en lo básico, a toda la humanidad.

En el mundo de la comunicación la anticipación es fundamental a la hora de diseñar escenarios ante potenciales situaciones de crisis. Así, el uso intensivo del sentido común, contrastado por la amplia experiencia acumulada, siempre es un recurso a tener en cuenta, al menos, a modo de columna vertebral que nos sirva de guía para una primera aproximación al asunto en cuestión.

Prever que algo pueda o no suceder es siempre muy ventajoso a la hora de aportar un oportuno consejo de comunicación desde el punto de vista de una consultoría especializada en la materia. De este modo, se pueden evitar situaciones ‘bochornosas’ que, a la postre, sólo sirven para avivar el fuego de la polémica mediática.

En este sentido, imaginar que una instrucción interna para, por ejemplo, retirar los periódicos del día en los aviones de una determinada aerolínea al quimérico objeto de ‘tratar de evitar’ que los pasajeros puedan leer una información que afecta al presidente de la misma es tan fútil como tratar de tapar el sol con un dedo.

Si, además, la citada ‘consigna’ se transmite por escrito a la plantilla la posibilidad de que se produzca una filtración a los Medios se multiplica de manera exponencial hasta el límite cuasi de llegar a poder darse por hecho de antemano.

La prudencia es el otro ingrediente fundamental del sentido común aunque, como se ha comentado más arriba, ambos ingredientes deben ser siempre buscados por los potenciales clientes en las consultorías de comunicación con una demostrada y dilatada experiencia. Lo contrario son ganas de jugar a la ruleta… rusa.

Por Fernando Geijo, consultor sénior de Estudio de Comunicación España

@fergeijo

 

 

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