Director de Comunicación o el fiel de balanza

En una conversación de pasillo, hace no muchos días, con un periodista que lleva muchos años en la profesión, me hacía la siguiente reflexión sobre la relación de algunos directores de comunicación con los primeros ejecutivos de las empresas para las que trabajan.

“Evidentemente el Director de Comunicación debe velar por los intereses de la compañía para la que trabaja y entre ellos está la imagen de su CEO o Presidente. Pero entre hacer esto y el comportamiento/actitud de algún responsable de comunicación, tipo babysitter, hay una línea roja que si se pasa empieza a ser ridículo. Un ridículo que pone en evidencia tanto al que, con actitud sobre protectora, intenta que su jefe esté en una nube, como la del Directivo que parece amedrentado por aquellos que estamos intentando hacer nuestro trabajo”.

Está claro que la relación con los medios de comunicación y, por ende, con los periodistas es responsabilidad del Director de Comunicación, y este debe bajar a la arena y no ver los toros desde la barrera, por utilizar un símil taurino.

Pero a nadie se le escapa que en determinados momentos, los intereses de informadores y directores de comunicación pueden ser diferentes. Y esto puede, a priori, provocar un conflicto de intereses. Pero es función del Director de Comunicación dar las explicaciones necesarias a los periodistas, que podrán compartir o no el punto de vista de la empresa, pero no podrán decir que el Director de Comunicación está más pendiente de agradar a su jefe que de atender a sus interlocutores profesionales: los periodistas.

También es cierto que en ocasiones los periodistas plantean demandas que van más allá de lo razonable y  exigen una sobre exposición del directivo que no es aconsejable. Y en esos caso el DIRCOM debe saber decir que no.

La profesionalidad de un DIRCOM se demuestra: dando un buen servicio a todos sus públicos tanto los internos como los externos; ofreciendo a su CEO o Presidente el mejor asesoramiento posible, aunque en ocasiones eso suponga decir cosas poco populares;  analizando los escenarios posibles, y sobre todo tratando de buscar las soluciones  más viables.

Por Juana Pulido, consultora sénior de Estudio de Comunicación . España

@juanapulido

 

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