Hace tiempo hablábamos de los influencers como la panacea para las marcas porque eran personas con un elevado número de seguidores en los que sus fans confiaban. Hoy aquellas incipientes bloggers como la española Dulceida, la italiana Chiara Ferragni, la estadounidense Olivia Palermo o youtubers como El Rubius han alcanzado tal nivel de fama que se han convertido en relevantes figuras públicas con caché de celebrities. El último ejemplo de ello, es Laura Escanes, que, según algunos medios han publicado, tras su boda con el televisivo Risto Mejide ha aumentado de manera considerable la cotización de sus contenidos.
Frente a esto, en la red existen montones de microinfluencers que pueden ser muy interesantes para las marcas. Pero antes de nada, ¿qué sn los microinfluencers? Se trata de volver al origen en cierto modo, es decir, de dar con personas que, a pesar de no tener un gran número de seguidores -suelen considerarse como tal aquellos que tienen entre 1.000 y 20.0000 followers- cuentan con una audiencia leal con la que tienen mucho engagement. Por ello, las marcas y compañías pueden apostar por invertir menos cantidad de dinero en más perfiles en función de sus necesidades y llegar a conseguir audiencias interesadas que confían en la persona a la que siguen precisamente porque no la perciben como la celebrity a la que se le paga por publicar un contenido determinado.
Por ejemplo, en Estudio de Comunicación hemos desarrollado trabajos con microinfluencers que han participado en la dinamización de eventos culturales como el Festival de Luz y Vanguardias o la marcha por el clima – Moving for Climate Now-, y que nos han reportado un elevado engagement y compromiso de la audiencia con los proyectos desarrollados.
Por Silvia Rodríguez, consultora de Estudio de Comunicación España.
@Silvirs