La importancia de que los empleados de una organización —del tamaño o giro que sea— se mantengan informados, a fin de evitar la rumorología y la especulación.
Sin embargo, lo anterior dista de ser el único propósito de la buena comunicación. Como señala Pablo Gonzalo —director de Estudio de Comunicación— en su colaboración del pasado 27 de junio, “Confianza y comunicación interna”, no sólo se trata de que los colaboradores sepan, sino de que estén dispuestos, por convicción, a hacer lo que el negocio necesita.
La comunicación unidireccional emisor-receptor es parte de la historia, como la teoría de la “aguja hipodérmica”, que sugirió que un mensaje con destino específico era recibido y aceptado en su totalidad por el receptor.
Hoy en día, los empleados quieren y pueden colaborar, dado que son un público informado. Su fuente de información, de acuerdo con Gonzalo, no son los mensajes corporativos, sino las vivencias, que resultan de hechos y conversaciones. La intención es que participen, no que se conviertan en receptores estáticos.
Si las decisiones y noticias de la organización los toman por sorpresa, será menos probable que se involucren, que adquieran un compromiso con la compañía y que actúen como voceros positivos.
Otra de las ideas que plasma Gonzalo es la relevancia del diálogo: “Considero imprescindible que el equipo de Comunicación Interna dedique al menos un 25% de su tiempo a escuchar a los empleados”.
No hay pretexto, vivimos inmersos en un mundo pletórico de medios de comunicación accesibles a los colaboradores de las empresas: correo electrónico, redes sociales, intranet, teléfonos inteligentes, apps.
Sí, en buena medida el engagement de los empleados depende de que la comunicación no sea unidireccional. ¿Acaso multidireccional? Si va en todas direcciones, si su objetivo es crear redes, lo más factible es que los mensajes se enriquezcan con los conocimientos de personas que querrán ser parte del éxito de la compañía.
Por Fernanda Aveleyra, directora de AB Estudio de Comunicación México.