La última película del genio Steven Spielberg “The Post” (Los papeles del Pentágono) es de obligada visión para los que aman el periodismo, la libertad de prensa y la independencia del periodista frente a los poderes políticos y económicos.
Es un ejercicio que nos traslada a la época de Nixon con la guerra del Vietnam, aún inacabada, y a las mentiras sucesivas de los gobiernos norteamericanos -desde Truman hasta Johnson, pasando por Eisenhower y Kennedy- que tanto dolor y sufrimiento causó al pueblo estadounidense con más de un millón de soldados muertos y mutilados o traumatizados.
La película es un alegato a la libertad de prensa frente a los abusos del poder que evitaba que se supiera la verdad cuando la guerra estaba más que perdida. Una lucha del periodismo en estado puro frente a la censura y las presiones. Iniciado por New York Times y secundado por The Washington Post, censurado el primero por orden judicial y apoyado-desafiando a los jueces- por un periódico de provincias como era el Post en aquella época, en plena salida a Bolsa. Las presiones políticas y económicas para que no se desvelaran los sucios informes sobre la guerra del Vietnam, no pudieron con ellos.
Es una defensa implacable para los que amamos el periodismo y su papel fundamental en las democracias modernas, para los nostálgicos de la prensa de papel, de las redacciones de antaño, de las cabinas telefónicas, del plomo, de las rotativas, y para las nuevas generaciones, éstas que nunca han visto una linotipia y viven en el mundo del tuit de urgencia y del WhatsApp.
Imprescindible para los que quieren estudiar o hacerse periodistas, con todos los ingredientes del mundo actual con aspectos económicos, políticos y sociales, y para los amantes del buen cine. Los estadounidenses son únicos en denunciar los abusos de poder de sus gobiernos y por la valentía de algunos periodistas para enfrentarse a ellos, eso sí, apoyados por sus editores. Un episodio que sería el prólogo del siguiente escándalo en la era Nixon, el Watergate…
Y dos frases para la reflexión en el transcurso de la película: “La prensa debe de estar al servicio de los gobernados, no de los gobernantes” y “Las redacciones con periodistas de calidad y experimentados son, a la larga, rentables”. No suenan muy extrañas en el mundo actual.
Por Juan Antonio Tarjuelo, asociado de Estudio de Comunicación España.