En los últimos años, se está viviendo un cambio de tendencia en lo que a la elaboración de los discursos se refiere: de una estructura puramente técnica, con datos objetivos y desarrollo clásico, se pasa a una estructura con un fuerte componente emocional, donde prima la intención sensibilizadora. Comunicar desde el punto de vista del receptor es prioritario si se desea que el mensaje “cale”. Y, para ello, hay que conocer en profundidad al público objetivo.
Esta nueva tendencia en los discursos está empezando a expandirse. Si cruzamos el charco, nos la encontramos gracias al presidente de los Estados Unidos Donald Trump. Pero no hay que irse tan lejos. La nueva era de políticos españoles se está haciendo eco de esta técnica. El caso más reciente es el del recién nombrado presidente del Partido Popular Pablo Casado. Su discurso estuvo plagado de historias personales, de palabras repletas de emoción y de continuas alusiones a miembros de su partido. El “Make América Great Again” poco tiene que envidiar al “El PP ha vuelto”. Ambos son mensajes claros, con los que se pretende recuperar la confianza del electorado gracias a la cercanía y transparencia mostrada por los líderes de las formaciones.
Que el público se identifique con el proyecto, formando parte de él, es, sin duda, el objetivo de los políticos y de sus gabinetes de comunicación. Por ello, la empatía y la ilusión deben ser fieles compañeras de viaje en el camino del buen comunicador.
Por Alejandro Costa, consultor de Estudio de Comunicación España.