Derecho a la información… también en medicina y salud. The implant files

El Derecho a la información se ha convertido en algo sacralizado ¿quién es capaz de negar ese derecho? Nadie porque resulta extremadamente difícil encontrar argumentos para justificar que la información tenga que quedar oculta para el público.

Pero ¿qué pasa si en lugar de simples noticias sobre temas que nos son ajenos hablamos de la información sobre algo tan sensible como la propia salud? Ah, ahí la cosa cambia y no a mejor. A nadie prácticamente se le pasa por la imaginación que tenga que dar o recibir información sobre algo tan importante y lo peor es que nos parece tan normal.

Acaba de empezar a salir publicada la investigación The implant Files sobre malas prácticas o deficiencias en la práctica de la implantología médica. Tiempo tendremos de ver el desarrollo y los hallazgos de esta investigación, pero con independencia de ellos, hay una mala práctica incuestionada completamente instalada: no es necesario darle información al paciente sobre la marca del stens o la pieza dental que le van a poner ni tampoco sobre las alternativas quirúrgicas para una determinada patología, por poner unos ejemplos.

Si cuando compramos un coche, un teléfono o un ordenador tenemos todo tipo de información a nuestra disposición ¿por qué cuando nos va a meter en el cuerpo un dispositivo decisivo para nuestra salud no nos dicen de qué marca es, qué prestaciones tiene en comparación con otros alternativos en el mercado, etc.? ¿Por qué cuando a una mujer la van a operar de cáncer de mama no es obligatorio decirle que hay equipos que practican la técnica de ganglio centinela y otros que proceden a la extracción preventiva de la cadena linfática del brazo con los efectos secundarios que puede tener de por vida?

Por alguna razón se considera que un ciudadano, no importa cuál sea su edad o formación, deviene en menor de edad cuando de medicina se trata. No tiene nada sobre lo que opinar y eso pese a que se trata de su salud, su cuerpo y su vida.

Sabemos que la información veraz y la buena comunicación, la interna y la externa, facilita los procesos, construye relaciones maduras y dialogantes, ayuda a acomodar las expectativas frente a cualquier proceso. En el ámbito de la medicina y la salud, la implantación de la transparencia y la información completa al paciente sobre los procesos que le afectan y las alternativas que existen (aunque no las practique su centro de referencia) debería ser algo mandatorio y legalmente exigible.

No podemos ser tan ciegos o ingenuos de pensar que las decisiones de compra sobre tal o cual marca de implante no están influidas por políticas de compras o comerciales. O que la decisión sobre el tipo de cirugía no está influida por las competencias y certificaciones del profesional que nos atiende. Es normal o, al menos, inevitable, que eso sea así, pero disponer de información abundante y precisa es la única forma de asegurar que como ciudadanos y pacientes tendremos todos los elementos de juicio para asumir decisiones transcendentes.

Por Alberto Mariñas, socio en Estudio de Comunicación España.

@amarinas

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