El algoritmo de Instagram se perfila como uno de los mejores “cazadores” del entorno digital. La falsa popularidad, conseguida a base de bots y de sus “me gusta” automáticos está bajo el foco de la compañía. Capaz de reinventarse, Instagram acumula un éxito sin precedentes entre gran parte de la población mundial y también se topa con prácticas que hacen peligrar uno de los tótems de las redes sociales estos días: la confianza del usuario.
Muchas de estas formas de actuar son tan conocidas como irresolubles (al menos, por ahora): la compra de seguidores falsos, la presencia de perfiles que en realidad son bots a los mandos de una o muy pocas personas, la automatización de comentarios y “follows”, e incluso la agrupación de los usuarios más influyentes con interés en hacer crecer su comunidad en “pods” o macrogrupos en los que avisar cuándo alguien ha publicado una nueva imagen para contar con el apoyo de los demás.
Instagram sabe la importancia que tienen los “me gusta” y el número de seguidores en una cuenta. No en vano, la red social se ha ido transmutando con el paso de los años, partiendo de algo similar a un álbum de fotos interactivo a toda una red donde empresas y personajes afloran y ganan estatus y reconocimiento.
Con la intención de que lo que se muestre sea lo más parecido a la realidad, Instagram ha vuelto a dar un aviso a quienes se valen de apps de terceros para aumentar el número de “me gusta” en sus publicaciones o quienes trampean a su audiencia violando las condiciones de uso de la red social. En un comunicado hecho público esta semana, la plataforma reconoce estar tomando “una serie de medidas”, sin especificarlas, para detectar qué cuentas usan aplicaciones de terceros para destacar entre las demás. Estas recibirán, primero, un aviso de Instagram, instando a cambiar las claves que se han compartido con estos desarrolladores ajenos a la plataforma.
Porque las ansias de popularidad que marcas y pequeñas empresas pueden tener se ven, a menudo, truncadas bajo un riesgo mucho más simple pero no menos peligroso: compartir contraseñas con apps no desarrolladas por Facebook permite la entrada de spam, virus y robo de información, propia y de amigos.
Suena tentador hacer crecer la audiencia de Instagram a golpe de talonario, pero lo cierto es que cada vez merece menos la pena. La plataforma lo detecta con mayor rapidez, el engagement no sube lo suficiente y, lo que es peor, los usuarios reales acaban por descubrir el truco, dejando una mala imagen que es difícil de revertir.
Por Yaiza Ibarra, consultora en Estudio de Comunicación España.
@Yibarra7