Oídos de chicharronero, tacto de elefante

Los dichos retratan situaciones del día a día e imprimen consejos de la sabiduría popular. El refrán es una frase que presenta en sentido figurado una moraleja. La moraleja es la enseñanza que se extrae de una anécdota o historia. Un dicho se convierte en un refrán cuando se populariza usándose como un refrán popular.
Según Ricardo Peralta Saucedo, todavía Subsecretario de Gobernación, los refranes populares resultan “tan idóneos en la descripción de hechos actuales, que hasta para cierta audiencia no son interpretables, ya sea por su inocencia, ingenuidad o franca y evidente ignorancia”. Partiendo de esa base, tituló una de las recientes columnas que semanalmente publica en el diario Excélsior “A chillidos de marrano, oídos de chicharronero”, refiriéndose a las protestas que miembros de la sociedad civil hacen contra la desatada inseguridad que vivimos los mexicanos en todo el territorio nacional, la cual constituye el principal o uno de los principales problemas que aquejan al país.
El uso de expresiones populares como los refranes enfatiza o adereza una expresión, por lo que innegablemente evoca la esencia de un pensamiento. Es impensable que el grotesco y caricaturesco término con el que tituló su columna no responda a lo que quiso decir, como trató de argumentar en el noticiero de Joaquín López Dóriga.

Esta vulgar expresión no habría tenido trascendencia si se hubiese pronunciado en una conversación informal o incluso con motivo de la publicación de la columna si el autor no hubiera sido un funcionario público y, más aún, de alto rango.
En la comunicación es tan importante el “qué” como el “quién”. Fue precisamente la combinación de ambos factores la que causó indignación y motivó una andanada de comentarios negativos en los medios informativos, columnas de opinión y en las redes sociales.

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