Ejecutivos.-No es lo mismo ser un jefe que un líder. Un jefe puede ordenar, mandar e imponer. Un líder es aquel capaz de guiar a su grupo, de hacerle partícipe de su proyecto, infundirle sus creencias o propósitos, su fe en el reto que tiene que superar o en la cima que quiere alcanzar.
¿Quiénes pueden ser considerados grandes líderes en la historia? Sólo aquellos capaces de cambiar las cosas y de influir poderosamente, pero también aquellos que arrastraron a sus tropas y a sus adláteres a la consecución de sus objetivos. Muchos tienen algunos puntos en común: Mandela, un referente de la batalla por los derechos humanos y la lucha de Sudáfrica, pero también por sus mensajes y discursos que han sido fuente de inspiración para muchos; Winston Churchill, que no solo consiguió agitar y unificar a su pueblo en la II Guerra Mundial contra el nacismo por sus estrategias, sino por sus discursos que llegaban al corazón de los ciudadanos; Napoleón Bonaparte, que ha pasado a la historia por sus victorias militares, pero también por su capacidad de seducción a sus tropas y al pueblo; Julio César, artífice de la expansión del Imperio Romano pero más por poner en marcha medidas populares que consiguieron la admiración y fidelidad de los romanos; o Che Guevara, icono y referente mundial que entendió al pueblo cubano y le hizo creer y soñar.
Estamos hablando de líderes singulares que se erigieron como conductores y de personajes ejemplares cuyo liderazgo ha sido evocado en muchos momentos de conflictos o de tensión en la historia moderna. Todos ellos fueron estrategas y tenaces, pero con una gran capacidad para motivar, involucrar, fidelizar…
En la última década se ha hablado y escrito mucho sobre la cultura empresarial. La verdad es que ésta es solo capaz de consolidarse si está sustentada por un verdadero líder que sea capaz de trasladarla a toda su organización. Y debe ser una cultura que no se base solo en objetivos sino también en la motivación, la que es capaz de fomentar e impulsar un verdadero adalid que crea equipos con los que alcanzar los mejores resultados. El verdadero éxito está en el estilo de la dirección y en la forma en que el mando percibe a sus empleados y sus empleados a él.
El éxito final de la verdadera motivación debe estar basado en la sensibilidad del líder para percibir los valores y cualidades de su equipo, de sumar capacidades individuales para conformar una estructura sólida y consistente en su organización. Debe lograr, por una parte, que los veteranos se sientan parte del tejido, de los valores y de la historia de la compañía y, por otra, conseguir que los nuevos empleados se sientan orgullosos de pertenecer a la misma y vayan adaptándose a la manera que la organización tiene de hacer las cosas, la pasión por el trabajo bien hecho y la satisfacción de ofrecer y dar un servicio o productos de excelencia a sus clientes.
Ahora, más que nunca se necesitan dirigentes de empresa líderes capaces de transmitir esperanza y confianza en el futuro con mensajes claros y veraces a sus equipos. Vivimos épocas de teletrabajo y actividades telemáticas. La docencia personal y el trato presencial se han mermado notablemente, por eso el liderazgo tiene que ejercerse desde parámetros más amplios y con visión de futuro.
En estos momentos difíciles y de incertidumbre, la importancia de la comunicación de los directivos a todos los niveles de la organización -desde el CEO, el Comité de dirección y los mandos intermedios- es fundamental. Establecer una cascada de responsabilidades, y no solo imponer un control de las tareas profesionales, es fundamental, así como proporcionar mensajes directos y cercanos, de confianza y motivación. Un ejército no gana solo sus batallas con un caudillo al mando, sino con todo su ejército al unísono. Y en ellas, con victoria o no, se refuerzan las relaciones y los equipos para afrontar la próxima contienda. Ahora tenemos una de enorme dimensión y calado ante la cual habrá que reforzar la moral, alentar a los equipos, adelantarles los retos del futuro, dibujarles sin pesimismo lo que deparará el mañana y lo que exigirán los distintos stakeholders de la compañía, sin mentir, pero con compromiso.
Por Victoria Magro, Directora de Desarrollo Corporativo en Estudio de Comunicación