Ciberanzuelos: No te vas a creer de lo que somos capaces

Conforme la ruta al kiosco se va borrando de nuestra mente -algunos por edad nunca la han transitado- también se van difuminando las fronteras, un día claras, entre el periodismo de calidad y otras cosas.

Antes, un periódico era simplemente un cuadernillo más o menos nutrido de páginas cuya credibilidad venía firmemente avalada por la mancheta que lo encabezaba. Los medios de comunicación serios – impresos o no – marcaban eso que en las facultades se llamaba el “agenda setting” y a partir de ahí los lectores adquirían una visión de la actualidad avalada por la presupuesta objetividad de los periodistas al servicio de ese medio, que acotaban el mundo en las hojas de papel perfumadas por la tinta.

Nuestro presente es otro siglo y otra cosa. La mayoría de los lectores ya no va diariamente al kiosco a por su dosis de celulosa y los periódicos, siguiendo las inexorables reglas de la supervivencia darwiniana, se adaptan al entorno.

Fruto de ello, hoy un periódico es mucho más que un menguante cuadernillo de páginas. Sus límites se han expandido. Tiene una versión digital que traduce en bits la maquetación del rotativo, una web que adelanta las noticias y se consulta mayoritariamente por teléfono móvil, publica vídeos y audios, organiza eventos… adaptarse o morir víctimas de la crisis del modelo de negocio de la industria periodística.

Lo malo es que, en ese tránsito hacia otro modelo de negocio, se han desdibujado límites y, desgraciadamente, se han traspasado fronteras para entrar en zonas otrora inaceptables para el periodismo de calidad. El paradigma de este fenómeno tiene un máximo exponente: ciberanzuelo o clickbait.

Si preguntáramos si tiene un periódico que adaptarse a los nuevos canales tecnológicos creo que la única respuesta razonable es la afirmativa. Sin embargo, las cosas cambian si la pregunta es ¿puede un medio serio recurrir al sensacionalismo para mejorar sus ingresos? En este caso las posibles respuestas difieren. La ética nos diría que no, pero la práctica nos dice que sí, que se hace de forma habitual.

Titulares de la guisa de “No te vas a creer…”, “Espera hasta el final… te va a sorprender”, “Mira lo que le pasa cuando…”, etc. se encuentran de forma reiterada al pie de las noticias en medios serios, a la espera de que el lector muerda el ciberanzuelo y haga un primer click al que debe seguir otro y otro y muchos más si quiere llegar al final de lo que quiera que sea que ha llamado su atención y que, generalmente, no es más que una presentación sensacionalista de cualquier tema fútil.

Entiendo que cuando los medios tradicionales y los online insisten en la técnica es que tiene un retorno económico positivo en un modelo de negocio publicitario basado en los CPM (coste por cada mil impresiones), pero como nada sale gratis, me temo que también hay un retorno, en este caso negativo, que incide a la larga en la percepción del lector sobre la credibilidad del medio que trata de pescarle con estos cebos.

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Por Alberto Mariñas, Socio en Estudio de Comunicación España

@amarinas

 

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